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Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario Ciclo A
Domingo XXXII del Tiempo Ordinario A.
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A Dios «lo encuentran los que lo buscan». Se aproxima el final del año litúrgico y un domingo más nos encontramos con el Señor en la eucaristía. La Palabra de Dios nos anuncia la llegada de un tiempo nuevo para el que hemos de estar preparados. Vivamos esta celebración con la esperanza del encuentro definitivo con Cristo.
Domingo, Fiesta de todos los Santos. Tiempo Ordinario.
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Domingo XXX del Tiempo Ordinario.
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Cada domingo todos somos bienvenidos a la celebración de la eucaristía. La entrega a los hermanos es la actitud que, como cristianos, debemos fomentar. San Pablo nos invita a dar todo nuestro amor a los demás mediante el anuncio del Evangelio. Vivamos esta fiesta dominical como impulso renovado para ser testigos del amor del Padre Dios.
Domingo XXIX del Tiempo Ordinario.
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Misa de Nuestra Señora del Rosario
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Hacemos hoy memoria de nuestra Señora, la Virgen María, en la Advocación del Rosario. María aparece siempre en comunión con Jesucristo sus Hijo, en los momentos importantes– misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos– de su vida; momentos– misterios– que nosotros meditamos en los breves enunciados que encabezan las decenas del Rosario. Después de 12 turnos de oración, contemplación y alabanza, de este gran Maratón del Rosario, celebramos ahora la Eucaristía en honor de nuestra Señora, para mayor Gloria de Dios y provecho del pueblo cristiano.
Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario A.
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Hemos venido a la eucaristía respondiendo a la invitación que el Señor y su Iglesia nos hacen este domingo. En el Evangelio escucharemos la parábola de los invitados al banquete de bodas. El Señor nos ayude siempre a vestir un traje hecho de buenas obras, a la altura del banquete al que se nos convida y que ahora iniciamos.
Domingo XVII del Tiempo Ordinario A.
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Un domingo más, Dios nos invita a la acción de gracias por el regalo de s u Hijo Jesucristo, nuestro Señor. En la palabra de Dios hoy Jesús anuncia su muerte con una parábola y advierte a sus contemporáneos de que el reino de Dios que anuncia ha de dar fruto en ellos. Preparémonos para acoger el Evangelio y sus frutos en nuestras vidas.