Viernes Santo, Viacrucis en el Coliseum (Roma). Benedicto XVI

CANTO
R. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi, quia per Crucem tuam redemisti mundum.
1. Per lignum servi facti sumus, et per sanctam Crucem liberati sumus. R.
2. Fructus arboris seduxit nos, Filius Dei redemit nos. R.

MEDITACIÓN
Cuando el Apóstol Felipe dijo a Jesús: “Señor, muéstranos al Padre”, él respondió: “Hace tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me conoces…? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14, 8-9). Esta noche, mientras acompañamos en nuestro corazón a Jesús, que camina bajo el peso de la cruz, no nos olvidemos de estas palabras suyas. También cuando lleva la cruz y cuando muere en ella, Jesús sigue siendo el Hijo de Dios Padre, una misma cosa con él. Mirando su rostro desfigurado por los golpes, la fatiga, el sufrimiento interior, vemos el rostro del Padre. Más aún, precisamente en ese momento, la gloria de Dios, su luz demasiado fuerte para el ojo humano, se hace más visible en el rostro de Jesús. Aquí, en ese pobre ser que Pilato ha mostrado a los judíos, esperando despertar en ellos piedad, con las palabras “Aquí lo tenéis” (Jn 19, 5), se manifiesta la verdadera grandeza de Dios, la grandeza misteriosa que ningún hombre podía imaginar...


Mas Información: Semana Santa, Vaticano

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