Aún siendo pecadores, somos amados por Dios.

BENEDICTO XVI - Ángelus, 12 de septiembre de 2010, Castillo Apostólico de Castel Gandolfo.


“¿Cómo no abrir nuestro corazón a la certeza de que, aún siendo pecadores, somos amados por Dios?". Lo dijo hoy el Papa, antes del Ángelus en Castel Gandolfo, comentando el evangelio del domingo y las tres “parábolas de la misericordia”. Profundizando particularmente la del hijo pródigo, Benedicto XVI, recordó que Dios Padre no se cansa nunca de venir a nuestro encuentro y recorre siempre primero el camino que nos separa de Él. El arrepentimiento del hijo, que emprende un “camino interior” para volver “a casa, a si mismo y al padre”, explicó el Papa, “es la medida de la fe y gracias a ello se regresa a la Verdad”. Cuando el hijo mayor se indigna por la acogida festiva reservada al hermano, es siempre el Padre que le recuerda: “tú siempre estás conmigo, pero convenía celebrar una fiesta porque tú hermano estaba perdido, y ha sido hallado". Sólo la fe –concluyó el Papa- puede transformar el egoísmo en alegría y reanudar las relaciones justas con el prójimo y con Dios”.


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