Día en que Cristo resucitó, día en que la Comunidad cristiana se reúne para encontrarse con el Señor, obedeciendo a su mandato: cada Domingo “haced esto en conmemoración mía”. Esta es la razón del mandato “oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar”.
Desde hace mas de dos mil años, para los cristianos, el tiempo está marcado por la memoria de aquel “primer día”, tan destacado para los discípulos, en el evangelio: ¡el día que pudieron tocar a Cristo vivo y resucitado, después de su muerte en la cruz!...
1. La verdad de la Resurrección del Señor es el dato primario sobre el cual se apoya la fe cristiana: el Domingo o día del Señor.
Anuncia, también, el ultimo y definitivo día de la Resurrección final, para contemplar y gozar la vuelta gloriosa del Señor, al final del tiempo.
¡Por eso la Iglesia valora tanto el Domingo y la participación en la Santa Misa del Domingo!
Juan Pablo II: “El mayor empeño se ha de poner… en la liturgia, cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”.
¡La participación en la Santa Misa es, para cada bautizado, el centro del Domingo!.
(Benedicto, "Sacramentum caritatis")
2. Es un deber irrenunciable, que se ha de vivir no sólo para cumplir un precepto de la Iglesia, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente.
"Participar en la asamblea litúrgica [la Santa Misa] dominical, junto con todos los hermanos con los que se forma un solo cuerpo en Cristo (la Iglesia) es algo que la conciencia cristiana reclama y algo que al mismo tiempo forma esa conciencia cristiana". (Benedicto XVI, “Sacramentum caritatis”, 73,1).
Muy bien lo entendieron y testimoniaron los mártires de Abitinias (norte de África) ante los jueces: "Sin celebrar el Domingo, no podemos vivir los cristianos".
3. Estamos entrando en un milenio que se presenta caracterizado por un profundo entramado de culturas y religiones incluso en países de antigua cristianización. En muchas regiones los cristianos son, o lo están siendo, un pequeño rebaño, una minoría. (Evangelio de San Lucas: 12,32).
Esto les pone ante el reto de testimoniar con mayor fuerza, a menudo en condiciones de soledad y dificultad, los aspectos específicos de su propia identidad. El deber de la participación en la Santa Misa cada domingo es uno de éstos. ¿No os parece advertir estos síntomas en la situación actual de nuestras comunidades parroquiales?
4. La misa dominical, congregando semanalmente a los cristianos como familia de Dios en torno de la mesa de la Palabra y del Pan de Vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión, el lugar privilegiado donde la comunión (es decir, la unión de todos los creyentes entre sí) es anunciada y cultivada constantemente…
(Juan Pablo II, C. Apostólica Novo Millennio Ineunte").
Así, pues, tengámonos siempre presente: Para ser y, consiguientemente, parecer cristiano, participar con otros cristianos en la Misa del domingo, no es lo único; pero sí, una nota imprescindible.
La participación en la misa del domingo no es importante porque lo mande la Iglesia...: ¡lo manda la Iglesia, porque tal participación es, por sí misma, sumamente importante y significativa!
¡La participación en la misa del domingo, es nota irrenunciable de identidad cristiana!.
5. Por lo demás. bien está tener en cuenta la exhortación que se nos da en la Biblia. (Carta a los Hebreos 10, 24-25):
“Fijémonos los unos en los otros para estimulo de la caridad y las buenas obras, sin abandonar vuestra propia asamblea, antes bien, animándoos mutuamente”.
"Sin participar habitualmente en la misa dominical no se puede vivir la fe".
..."la vida de fe [la vida cristiana] peligra cuando ya no se siente el deseo de participar en la celebración eucarística [la Santa Misa], en que se hace memoria de la victoria pascual [victoria de Cristo Resucitado]"
(Benedicto XVI, "Sacramentum Caritatis", 73.1).
Vea y descargue el folleto "Domingo, Día del Señor".
