Palabras de bienvenida del Sr. Cardenal de Barcelona en el templo de la Sagrada Familia

Santidad, sed muy bienvenido a esta ciudad e Iglesia de Barcelona que os acoge con afecto filial y con un corazón agradecido. Vuestra solicitud apostólica en favor de todas las Iglesias os ha movido a aceptar presidir la dedicación a Dios de este templo de la Sagrada Familia. El pueblo cristiano de nuestras tierras os lo agradece y quiere corresponder con la acogida muy cordial y la oración constante para que el Señor os asista y os conforte en el ejercicio de vuestro ministerio de Sucesor del apóstol Pedro al servicio de toda la Iglesia de Jesucristo.

Hemos esperado con gozo vuestra visita apostólica y nos hemos preparado con la oración, la catequesis sobre el ministerio que el Señor os ha confiado y la solidaridad con los que sufren más las consecuencias de la crisis económica. Queremos escuchar vuestras palabras que, como “dulce Cristo en la tierra”, nos dirigiréis para confirmarnos en la fe y revitalizar nuestra identidad cristiana. Esperamos muchos frutos espirituales y pastorales de vuestra visita apostólica.

Esta obra maravillosa que se ha ido construyendo desde el año 1882 con la aportación del pueblo catalán es una expresión de su alma religiosa y de sus raíces cristianas desde hace más de mil años. Un pueblo que ama el templo de la Sagrada Familia por su significación religiosa y artística, que valora a Antoni Gaudí como arquitecto genial y cristiano ejemplar, y que está muy satisfecho que hoy, presidiéndonos Santo Padre, se dedique este incomparable templo a mayor gloria y alabanza de Dios. Para culminar este gran hito han contribuido, además de la Asociación de Devotos de San José que promovió la construcción del templo, su principal artífice Antoni Gaudí, los arquitectos, artistas, técnicos y albañiles y todos los miembros del Patronato de la Junta Constructora de la Sagrada Familia con su trabajo, competencia y generosidad.

Desde hoy esta iglesia – que al finalizar la celebración Vuestra Santidad la declarará Basílica – estará dedicada al culto litúrgico y continuará acogiendo a millones de personas de todo el mundo para ofrecerle este bello espacio de celebración de la fe, de oración, de anuncio de la Palabra de Dios y de reflexión sobre el sentido trascendente de la vida. A los habitantes de la nueva Jerusalén “el Señor les iluminará” (Ap 22, 5). Del mismo modo, la luz armoniosa del templo de la Sagrada Familia hará que los que entren en él – muchos de ellos provenientes del atrio de los gentiles – experimenten la calidez de la gloria de Dios.

Gaudí decía que en la Sagrada Familia todo era providencial. Creemos que es providencial que Vuestra Santidad esté hoy  aquí entre nosotros y que sea el obispo de Roma y el Pastor de la Iglesia Universal quien presida la dedicación de este templo que es único en el mundo y tiene una clara significación universal. Ante las dificultades Gaudí decía: “San José acabará el templo”. Consideramos que también es providencial que para el culto litúrgico el templo se haya terminado hoy con esta celebración presidida por un Papa que lleva el nombre de José como nombre de su bautismo.

En la historia de Cataluña el ministerio del Obispo de Roma ha estado siempre muy presente. En la profesión de fe en nuestra lengua vernácula, desde el siglo XVII, se profesa la fe en la Iglesia católica, apostólica y romana. La historia del templo de la Sagrada Familia hace honor a esta devoción al Sucesor de San Pedro. El pergamino que se colocó junto con la primera piedra, en la fiesta de San José de 1882, expresa una profunda comunión de los promotores con el Papa León XIII. En 1957, con motivo del 75 aniversario de la colocación de la primera piedra, la Junta Constructora del templo fue recibida en audiencia por el Papa Pío XII y hoy se cumplen los 28 años de aquel 7 de noviembre de 1982, en el que el Papa Juan Pablo II visitó este templo durante su viaje apostólico a España.

Santidad, como herederos de aquellos cristianos que pusieron los fundamentos de esta obra admirable, en el momento de dedicarla a Dios, deseamos también renovar aquellos sentimientos de devoción y de estima al sucesor de Pedro y de comunión con Vuestra persona que lleva hoy el peso del servicio “a todas las Iglesias” y a la defensa de la dignidad de la persona, de la vida humana desde su inicio hasta la muerte, del matrimonio y de la familia, de la justicia y de la paz en el mundo.

Barcelona, 7 de novembre de 2010

+ Lluís Martínez Sistach

Cardenal Arquebisbe de Barcelona

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