Domingo IX del Tiempo Ordinario. Ciclo A (06/03/2011)

MONICIÓN DE ENTRADA

Sed todos bienvenidos a la casa del Señor, a esta asamblea dominical de hermanos unidos por el amor a Dios y a Jesucristo. Y Jesús de Nazaret, nos va pedir que seamos sinceros y coherentes, que no amemos a Dios y al prójimo solo de palabra, sino de corazón. Nos propone, además, que seamos firmes, no como casas construidas en la arena. Se acaba el Tiempo Ordinario y enseguida iniciamos la Cuaresma. Dentro de un par de días nos volveremos a reunir. Y celebraremos el Miércoles de Ceniza, para abrir así un camino de conversión y esperanza.

1ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DEL DEUTERONOMIO 11, 18. 26-28. 32

Moisés habló al pueblo, diciendo:

- Meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente. Mirad: Hoy os pongo delante bendición y maldición; la bendición, si escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, y os desviáis del camino que hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros, que no habíais conocido. Pondréis por obra todos los mandatos y decretos que yo os promulgo hoy.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. SALMO 30, 2-3a. 3bc-4. 17 y 25(R.: 3b)

R.- SÉ LA ROCA DE MI REFUGIO, SEÑOR.

A ti, Señor, me acojo; 
no quede yo nunca defraudado; 
tú, que eres justo, ponme a salvo, 
inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme. R.

Sé la roca de mi refugio, 
un baluarte donde me salve, 
tú que eres mi roca y mi baluarte; 
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, 
sálvame por tu misericordia. 
Sed fuertes y valientes de corazón, 
los que esperáis en el Señor. R.

2ª LECTURA: LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 3, 21-25a. 28

Hermanos:

Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.

Palabra de Dios

ALELUYA Jn 15,5

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos –dice el Señor--, el que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 7, 21-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados".

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo.

¿Qué es lo que vale realmente ante Dios? ¿La fe o las buenas obras? Éste es un debate que se ha dado muchas veces en la historia de la Iglesia y que, aún hoy, conviene aclarar. Las palabras de Jesús nos dan la clave. Unos intentan justificarse ante Dios a base de tener ideas claras y realizar actos piadosos. A éstos, Jesús les pide que su culto no sea vacío. Otros dirán: “Obras son amores y no buenas razones”. Pues a éstos también les advierte Jesús: no basta hacer muchas cosas, incluso en nombre de Dios, sin preocuparse por lo que Dios quiere. A unos y a otros, que claman “¡Señor, Señor!”, Jesús les propone lo mismo: realizar la voluntad de Dios, expresada en su Palabra.

Entonces, ¿fe o buenas obras? Las personas que se sitúan en cualquiera de estas dos alternativas, en el fondo, viven una misma actitud: se colocan ante Dios esperando que su vida tal como es, impermeable a la iniciativa divina, ya les sirva de salvación; intentan “salvarse” a sí mismos, cuando, en realidad, sólo podemos (y necesitamos) “ser salvados”.

Detrás de esto hay una idea muy pobre de la relación entre la libertad de Dios y nuestra libertad creada (y debilitada por el pecado). Nuestro bien está, simplemente, en secundar la voluntad de Aquel que por amor nos ha creado. Esto conlleva aceptar que Dios, a menudo, rompa nuestros esquemas, cambie nuestros planes y sacuda nuestras seguridades. Ya sea con una fe sin obras, o con unas obras sin fe, se impide a Dios ser el Dios que nos salva.

Lo que hay que hacer es ponerse a la escucha de la Palabra del Señor con el firme propósito de llevarla a la vida. Con esta advertencia, cierra Jesús el sermón de la montaña. Ojalá nos acerquemos siempre a escuchar la Palabra dispuestos a que ésta nos interpele, nos dé nuevos criterios y nos haga cambiar. Ojalá nunca nos acerquemos a ella de modo frívolo o como vacunados ante lo que pueda decirnos, demasiado cómodos con la vida que llevamos. De ello depende que seamos cristianos de verdad o falsos cristianos con cimientos de arena. En una sociedad donde las tormentas arrecian, sólo permanecen de pie los discípulos de Jesús sólidamente arraigados en él y en su palabra, con una fe que actúa por el amor (cf. Col 2,7; Gal 5,6).

Francisco Castro Pérez, sacerdote

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"