Tres historias de amor que surgieron en una JMJ.

Muchos conocieron allí a la persona con la que se casaron y formaron su familia

La Jornada Mundial de la Juventud no es sólo un encuentro de miles de jóvenes: es también –en palabras de Juan Pablo II en la JMJ de Denver- “una ayuda para interrogarse sobre las aspiraciones más íntimas, un momento donde muchos toman decisiones valientes y audaces”. Son muchos los jóvenes que han descubierto su vocación al matrimonio, e incluso a sus futuros maridos y mujeres en una Jornada Mundial. Las historias de Jasmin y Justyna en Toronto 2002, las de Claudia y Rafael en Denver 1993 o las de Françoise y Pierrot en Sídney 2008 son sólo algunos ejemplos.

Da igual el país o el continente

Jasmin trabajaba para la promoción de la Jornada Mundial de la Juventud 2002 de Toronto (Canadá) cuando Justyna, una joven voluntaria polaca encargada de la coordinación de los jóvenes de su país se acercó a su mesa pidiendo material para aparecer ante la televisión. Era el 22 de abril del 2002. Durante ése primer encuentro Jasmin pensó “ésta es la mujer con la que voy a fundar una familia”.

Fue el comienzo de una relación que les llevaría a conocer cinco meses más tarde, y ya como pareja, al Papa Juan Pablo II el último día de la JMJ. Recibieron la bendición de su querido Papa quien se dirigió a ellos en francés y en polaco. Lo recuerdan como un momento de puro gozo. La foto de ese encuentro preside ahora su cuarto de estar.

Justyna regresó tras la JMJ a su país, pero con la misión de que ambos buscarían trabajo para reencontrarse. Al enterarse de que el director ejecutivo de la JMJ de Toronto, el padre Thomas Rosica, había comenzado en Canadá una televisión católica, Salt and Light, Justyna enseguida cogió un vuelo transoceánico y se mudó a Canadá. Comenzó con unas prácticas en este medio y ya va a hacer siete años que trabaja para la compañía.

En la misma oficina que sirvió de sede para Toronto 2002 y en el mismo lugar donde se vieron por primera vez Jasmin le propuso matrimonio a su novia un 30 de enero de 2004. El 5 de Junio de 2004, la joven pareja contraía matrimonio en Varsovia en la Iglesia de Santa Ana. A la ceremonia, concelebrada por el padre Thomas Rosica, acudieron muchos de los voluntarios polacos que ayudaron en Toronto. Ahora viven en Canadá y tienen dos hijos a quienes han bautizado con nombres que se pueden pronunciar tanto en inglés como en polaco: Maksym y Aniela.

Seguir un buen consejo

Claudia y Rafael, ambos de México, se conocieron en la Jornada de Denver en 1993, al lado de las montañas Rocosas de Colorado, y desde entonces no se han separado de Dios, ni tampoco el uno del otro. Ahora viven felices con sus cuatro hijos, en la ciudad que los unió.

Ambos hacían la experiencia del Camino Neocatecumenal en la ciudad de Neucalpam (México) pero nunca se habían visto antes de aquella peregrinación. Rafael acudía en una situación difícil, después de un tiempo de angustia y depresión. Estaba perdido y decidió ir por obediencia a las palabras de un catequista que le dio el consejo de ir a esa JMJ.

Rafael estaba al cargo de un autobús de cuarenta jóvenes entre los que se encontraba su futura esposa, Claudia. Ella había trabajado muy duro para reunir el dinero y poder acudir al encuentro, como ahora lo está haciendo su hija para poder asistir a Madrid el próximo agosto.

“¡No tengáis miedo!”, “¡Abrid, de par en par, las puertas a Cristo!”. Estas palabras fueron introduciéndose en ellos aquellos días, disponiéndolos para el camino que el Señor les había preparado y aún hoy les guían en su matrimonio. Quince años después, todavía conservan la entrada a la Vigilia y a la Misa.

Cuando volvieron de la Jornada, continuaron viéndose asiduamente en la Eucaristía y fue surgiendo, poco a poco, una relación estrecha y profunda… y acabaron casándose. Ahora, Claudia y Rafael animan a todos los jóvenes, entre ellos a su hija, a que se dispongan a venir a Madrid, “a vivir una aventura que lleva siempre más allá de lo imaginable”.

¡Merece la Pena!

Pierrot Razafindratandra, originario de la región este de Madagascar, tuvo la gran suerte de representar a su diócesis en la JMJ de Sydney de 2008. En esa misma delegación iba su futura esposa, entonces Françoise Reliny, quien a su vez representante de su propia diócesis, a unos 100 km al norte de la de Pierrot.

Participaron juntos en todos los acontecimientos de esos días. Después cada uno volvió con su familia, pero permanecieron muy vivos los recuerdos de lo vivido en Sídney. Aún así, estaban lejos de imaginarse lo que pasaría unos meses más tarde. Siguieron guardando contacto por mensajes, sms, llamadas… Era demasiado bonito como para pasar al cajón de los recuerdos.

Contraerían matrimonio en agosto de 2010. Pierrot proclama emocionado a los cuatro vientos ¡la gran dicha de haber encontrado la persona adecuada! y anima a todos los jóvenes a tener coraje y paciencia a pesar de todas las dificultades que se puedan presentar: ¡Merece la pena!

No dudes en inscribirte lo antes posible; Dios tiene planes para ti durante esta JMJ de Madrid 2011.

Fuente: JMJ 2011.

Enlaces Parroquiales

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