Domingo III de Pascua (08/05/2011).

 MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy vamos a asistir como Jesús Resucitado se hace el encontradizo con dos discípulos: los de Emaús. Y hoy tenemos que decir, asimismo, que Jesús se hace el encontradizo, constantemente, con muchos que necesitan su ayuda. Lo importante es verle. Lo importante es que no le dejemos pasar de largo y se siente con nosotros a la mesa y nos parta el pan. Con esta idea de encuentro y reencuentro permanente con Jesús en la Eucaristía, para compartir su Cuerpo, su Sangre y su Palabra, os damos nuestra más afectuosa bienvenida a la Eucaristía del III Domingo de Pascua, la cual nos marca camino y enseñanza. Además, con la alegría desbordante por haber sido testigos de la Resurrección del Señor os rogamos que iniciemos nuestra liturgia de hoy con el máximo entusiasmo y todo nuestro gozo…

1ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:

--Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia."

Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. SALMO 15

R.- SEÑOR, ME ENSEÑARÁS EL SENDERO DE LA VIDA. (O ALELUYA)

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien".
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.-

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.-

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.-

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.-

2ª LECTURA: LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 1, 17-21

Queridos hermanos:

Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida. Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.

Palabra de Dios

ALELUYA Lc 24, 32

Señor Jesús: explícanos las Escrituras. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

--¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

--¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?

El les preguntó:

-- ¿Qué?

Ellos le contestaron:

--Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:

--¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

--Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:

-- ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

--Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo.

“Hermanos, permitidme hablaros con franqueza”: ¿os acordáis de la Pascua de Resurrección? Sólo han pasado unos días y la alegría ha dado lugar de nuevo a la rutina, a lo de siempre… y en las parroquias al trabajo para las primeras comuniones. Lo de la Semana Santa parece un sueño, y eso que todavía nos quedan varios domingos de Pascua.

Probablemente, lo mismo sentirían los que iban de camino a Emaús: lo de Jesús parecía un sueño, y eso que algunos decían por ahí que había resucitado. Les hizo falta un encuentro con Cristo en la Palabra y en la Eucaristía para darse cuenta de que el mensaje que habían recibido era cierto. Nosotros lo tenemos ya muy asimilado y lo vivimos de forma natural, pero ¡qué novedad, qué descubrimiento sería para los dos de Emaús! ¿Y si nos dispusiéramos también nosotros a esa novedad?

¿Cómo escuchar este texto como si fuera totalmente nuevo para nosotros sin todo lo que hemos aprendido de él? “Enteraos bien de lo que pasa”: Fíjate en una expresión que te llame la atención, en una palabra que de repente no recordabas que estuviera en el texto, y deja que el Señor te hable desde ella, saboréala y descúbrete como el discípulo sin nombre que no llegó a Emaús porque de camino tuvo ese encuentro y volvió a Jerusalén: al tumulto, al peligro, al riesgo que significaba estar en esa ciudad siendo discípulo de Jesús. No te vayas a tu Emaús para desentenderte de la realidad; en el camino, el Señor te va a dar la fuerza para volver a tu Jerusalén particular: a tu vida, a tu rutina, a tus problemas pero con el alma inflamada por su Palabra y alimentada por la Eucaristía. Entonces reconocerás al mismo Cristo y el corazón se te llenará de alegría y confianza en el amigo fiel que no abandona y te enseña el sendero de la vida que parte desde tu propio Emaús.

Manuel Jiménez Bárcenas, sacerdote

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"