Jornada de Vocaciones Nativas, 8/05/2011.

LEMA PARA LA JORNADA

Vocaciones nativas... La Jornada misionera anual que promueve la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol tiene como finalidad recordar al pueblo cristiano que, en los territorios de misión, Dios suscita numerosas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. De hecho, es en estos lugares donde están surgiendo en mayor abundancia dichas vocaciones.

... llamadas a la misión” son vocaciones para el servicio de la Iglesia universal. Así, después del período de formación, estas personas servirán a la Iglesia particular que les ha ayudado a madurar como discípulos del Maestro;y también estarán disponibles para ir allí donde sean enviadas.

Mensaje de la Jornada.
Hablar de vocación o simplemente pronunciar este nombre no se comprende en la sociedad moderna. Es una palabra que se pone en tela de juicio. Hoy, más bien, se habla de empleo, profesión, posición social, realización laboral o frustración laboral, trabajo o paro… Parece como si solo existiera el trabajo o la profesión como el máximo a lo que cada uno debe aspirar. Es cierto que con el trabajo nos realizamos como personas o nos frustramos si este nos falta, pero el ser humano debe tener aspiraciones mayores: la realización de su personalidad humana y espiritual. Como todo se mide por el rendimiento o por lo que el trabajo comporta económicamente, se ha ido perdiendo aquello que es la esencia propia del mismo. No nos extrañemos de que, como consecuencia, se vean situaciones de ambiciones, corruptelas y desviaciones que indican hasta dónde puede llevar el desenfoque de la auténtica antropología. Por naturaleza el ser humano tiene una vocación, que es la respuesta a una llamada para ejercer, con su esfuerzo y dedicación, el bien que redunde en la sociedad.

La vocación secunda una llamada que se hace viva en la persona, y esa llamada es originada por un protagonista que tiene la cualidad de diseñar nuestra vida y nos convoca para administrar dignamente un proyecto que, si se realiza bien, embellecerá y armonizará a la misma creación. El protagonista, que es Dios, nos ofrece a cada uno las cualidades suficientes para conseguir el fin como objeto de la vocación. Si se ha sido fiel a la vocación, los frutos serán el premio mejor.

Cuando el ser humano margina a Dios, pierde todo; es más, pierde la referencia a la vocación. En la historia de la humanidad lo hemos podido comprobar en muchos momentos: cuanto más el hombre se afirma a sí mismo y se cree totalmente autónomo, más pierde el objeto de su realización. La vocación fundamental del género humano es la del amor, puesto que por Amor es creado y al Amor es llamado.

La dimensión antropológica de la actividad misionera

El “ser para las gentes” es el elemento dinamizante del ser eclesial. Precisamente, la actividad misionera pone a la Iglesia en una permanente búsqueda del hombre concreto para ofrecerle la Buena Noticia de su salvación integral. La acción misionera debe ser una propuesta firme pero respetuosa de la libertad. Como decía el muy pronto beato Juan Pablo II en la última visita a España: “A Cristo se le propone, pero no se le impone”. Esta actitud está basada en la convicción de que el Evangelio constituye un bien para el ser humano y para su realización como persona y como camino de santificación. El cristiano ha de sentirse colmado de un gran amor que Dios le concede, y se hará más evidente que en la entraña misma de su vida lo importante es la filiación divina adoptiva. La fe cristiana ofrece respuestas a los interrogantes más profundos del ser humano y da sentido a su existencia.

Aunque lo primordial de la actividad misionera de la Iglesia se manifiesta en la dimensión trascendente, esta supone e incluye dentro de sus tareas la promoción humana en sí. En este compás entre la actividad misionera y la historia humana con su propia progresividad, la misión de la Iglesia se apoya en la esperanza de la consumación definitiva, y poniendo la mirada en el final, no ha de olvidarse de promover los valores evangélicos. Y esto es verdadera promoción humana, puesto que la fe no disminuye al ser humano, sino que lo dignifica y ennoblece.

La misma teología de la misión ha de subrayar absolutamente que la misión de Cristo Redentor, que se continúa a través de la Iglesia, es principalmente transformación espiritual, la cual ha de repercutir en la transformación integral de la persona y de la sociedad. La Iglesia, anunciando la salvación en Cristo que lleva a la conversión y el bautismo, fundando nuevas comunidades locales, contribuye al verdadero progreso humano salvaguardando la prioridad de su realidad trascendente. La Iglesia fundada y sustentada en Cristo es Reino del Dios vivo que en Jesucristo resucitado hace caminar con mayor firmeza hacia la plenitud escatológica.

La vocación del misionero es una vocación de entrega, ante todo, para llevar la salvación en Cristo a toda la humanidad. Conviene mentalizarse siempre de que la finalidad de la misión es prioritariamente la salvación en el Señor y para que el género humano encuentre el abrazo amoroso del Padre. Que no se desfigure la misión poniendo el acento sobre las realidades humanas que han de cambiar o que hay que cubrir. Alguien desafortunadamente afirmaba que él estaba en la misión para salvar los cuerpos, no las almas; estaba cometiendo un grave error y cayendo en la herejía más absurda sobre el sentido de la misión. Solo tiene sentido misionar si se lleva la salvación en Cristo, que quiere hacernos partícipes de su vida en eternidad. Y esto no significa desentenderse del progreso y la promoción humana en la búsqueda de transformaciones sociales, políticas y culturales que eliminen la injusticia y la pobreza. Pero hay que tener presente que todo ello debe orientarse a Cristo, sabiendo que Él es el que, resucitado y sentado a la derecha del Padre, lleva la historia a su plenitud.

Las vocaciones nativas, profecía de la misión.

Cuanto más santa es la vida del misionero, tanto más eficaz es la misión

Al celebrar los veinte años de la encíclica Redemptoris missio (7-12-1990), que tenía como finalidad subrayar la validez permanente del mandato misionero y de la misión ad gentes en particular, no podemos pasar por alto la labor que están realizando hoy tantos misioneros que han tomado en serio el mandato de Cristo para llevar el Evangelio a todo el mundo. Ante la globalización que se hace cada día más honda y donde las fronteras se desvanecen, no hemos de olvidar que para la misión y los misioneros, sus servidores, se hace más urgente llevar el mensaje liberador de Jesucristo.

El Papa Juan Pablo II, en dicha encíclica, afirma que la acción misionera hacia los pueblos y grupos humanos no evangelizados sigue siendo necesaria, particularmente en algunas áreas del mundo y en determinados contextos culturales. En el centro de la actividad misionera está el anuncio de Cristo, el conocimiento y la experiencia de su amor. Este anuncio no quita la autonomía propia de algunas actividades como el diálogo y la promoción humana, sino que, al contrario, las funda en la caridad difusiva y las encamina a un testimonio siempre respetuoso de los otros en el atento discernimiento de lo que el Espíritu suscita en ellos. No se debe olvidar nunca –continúa el Papa– que la fidelidad del evangelizador a su Señor está en la base de la actividad misionera. Cuanto más santa es la vida, tanto más eficaz es esta misión suya. La llamada a la misión es llamada incesante a la santidad.

Si la Jornada de Vocaciones Nativas nos interpela a todos es por su calado vocacional, de muchos hombres y mujeres que ponen en el centro de su vida la entrega generosa por llevar a todo el género humano el amor de Cristo. La sociedad contemporánea adolece de una gran enfermedad: la falta de sentido en su vida. Las grandes promesas que ofrecían los buscadores y conquistadores de “paraísos perdidos” han fracasado. Sólo quien se afiance en el amor salvador de Cristo encontrará su realización más plena.

Recemos por los que sienten la llamada a ser promotores de la nueva misión: los sacerdotes, religiosos y laicos. Miles y miles de misioneros durante siglos han mostrado la cara auténtica de la vida humana. Hoy, a través de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que atiende las vocaciones nativas, hagamos lo posible para cooperar y apoyar desde la oración, la ofrenda de sacrificios y la solidaridad económica, con vistas a que nadie se pierda en el recorrido de este hermoso camino de llevar al género humano al encuentro con Cristo.

Roguemos a la Virgen María, auxilio de los misioneros, para que los jóvenes, que celebrarán en Madrid el gran evento de la Jornada Mundial de la Juventud, juntos con el Papa, vivan una explosión misionera y que muchos se sientan interpelados para donarse a favor de la misión y así llegar a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo que aún no conocen a Jesucristo.
Por Mons. Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona-Tudela y Director Nacional de OMP

Testimonios como el suyo, que aquí ofrecemos, nos recuerdan que esta causa es también nuestra causa.

P José Antero Heredia, Rector del Seminario Menor San José de Chota (Perú)

El Seminario Menor San José, de la prelatura territorial de Chota, viene funcionando desde hace diez años. Recibe a jóvenes que desean descubrir su vocación sacerdotal diocesana. Como estos proceden de familias campesinas, no tienen los recursos necesarios para costearse todos los gastos de su formación. Así, la ayuda concedida se gastó en el área académica, en el pago de los profesores, que atendieron a un total de 40 alumnos de los distintos niveles.

Los fieles de las distintas parroquias colaboran, así como los padres de los alumnos. También trabajamos la pequeña huerta que tenemos y así sacamos adelante el funcionamiento del seminario, que está dirigido por sacerdotes diocesanos. Sin embargo, no podemos solventar todos los gastos; por ese motivo seguimos solicitando apoyo para la formación de nuestros jóvenes. Quedo muy agradecido por la ayuda que nos brindan y, de igual modo, los alumnos, sus formadores y sus familias.

Diác. Arao Ferreira da Silva, Rector del Seminario Mayor Papa Juan XIII, (Brasil)

Jesús, antes de enviar a sus apóstoles para la misión, los instruyó, los capacitó para que produjesen frutos y que esos frutos permanezcan. Como nuestros recursos para ejecutar esta difícil tarea son limitados, pedimos humildemente vuestra ayuda, con la certeza de que ese gesto refuerza la hermandad de nuestras Iglesias, estrecha nuestra amistad, nos identifica como discípulos de Jesús y testimonia que hay mucha más alegría en dar que en recibir. Agradecemos los beneficios prestados por cada uno de ustedes, espirituales y materiales. Pedimos que continúen ayudándonos y que recuerden que es deber de todos los cristianos orar por las vocaciones y cultivarlas.

P. Joseph Nguyen Bính Trong, Superior del Seminario Menor Santa Teresa de Lang Son (Vietnam)

Mi pensamiento se vuelve hacia vosotros, cuya generosidad permite al Salvador ser poco a poco conocido, amado y servido hasta los confines del mundo. Sí, nuestra diócesis de Lang Son y Cao Bang viene a ser un confín del mundo, en las aisladas montañas del extremo norte vietnamita. Los desafíos misioneros son allí también muy grandes. Y sin embargo, la salvación ha sido manifestada a todos los pueblos, a todos los hombres, y nosotros, un pequeño puñado de cristianos, debemos ser los testigos.

Nuestro seminario (“de vocaciones tardías”) está puesto bajo la protección de Santa Teresa del Niño Jesús, Pequeña Flor del Carmelo y Patrona de las Misiones. Esta protección celestial nos da mucha seguridad en medio de las pruebas; también vuestra ayuda fiel, transmitida por la Obra de San Pedro Apóstol. Solo ella nos garantiza la existencia y el crecimiento. Vuestra generosidad es para nosotros el signo de que el amor de Dios está actuando en vosotros, y esto nos llena de alegría y esperanza.

En la situación actual de crisis, todavía necesitamos vuestra ayuda y, sobre todo, vuestras oraciones. Confiamos en que, en nombre de Dios y por ese amor a las misiones del cual la pequeña Santa Teresa de Lisieux dio un ejemplo tan luminoso, no nos abandonaréis. Gracias a vuestra ayuda, nuestro seminario menor continuará mejorando, y nuestros jóvenes estudiantes, fortaleciéndose en la vida intelectual y en la fe. En nombre de esos seminaristas y de los sacerdotes de la diócesis de Lang Son, un enorme “gracias” por vuestra solidaridad, oraciones y ofrendas generosas. En el amor de Cristo y de su Iglesia, estamos unidos con vosotros, como los niños de una misma familia.

Mons. David Zywiec, obispo auxiliar del vicariato apostólico de Bluefields (Nicaragua)

Les expreso mi profundo agradecimiento por su apoyo material y espiritual a los seminaristas de nuestro vicariato apostólico. Tan grande como la vecina Costa Rica, Bluefields tiene 14 parroquias, con unas 1.000 capillas y 25 sacerdotes, de modo que la mayor parte de esas capillas reciben visita del sacerdote sólo una o dos veces al año.

La mitad de nuestros sacerdotes son extranjeros. Desde hace más de 50 años funciona un seminario menor. Recientemente tuvimos la primera ordenación sacerdotal en tres años, y comenzamos el 2010 con 16 seminaristas en el seminario mayor y 9 en el año introductorio. Esperamos poder responder más y más a la llamada de Dios a América Latina: “ser misioneros”. Esperamos poder cubrir mejor nuestras necesidades pastorales y con el tiempo enviar misioneros a otras partes del mundo.

Su ayuda nos estimula en nuestros esfuerzos por formar a los futuros presbíteros del vicariato, sabiendo que el sacerdote, que puede administrar los sacramentos y la Palabra, es una persona clave para que los fieles puedan vivir más plenamente su identidad como católicos. Vivimos de la fe y, aunque nos separan distancias, es Dios el que obra en la Iglesia en cada parte del mundo. ¡Que este buen Dios lleve su generosidad a dar muchos frutos, y que les dé una recompensa generosa!

Diác. Odmar Cucunuba Cantor, Seminario Intermisional de Bogotá (Colombia)

Me siento agradecido a Dios Todopoderoso, porque siempre se desborda en generosidad para con sus hijos. Agradecido, porque siempre coloca en nuestras vidas personas generosas que, con su oración y ayuda económica, contribuyen a la formación de futuros sacerdotes que anuncien el Evangelio a todas las naciones.

Gracias, queridos benefactores, porque siempre han estado brindándonos su apoyo. Yo, particularmente, me siento muy beneficiado de sus grandes ayudas a este seminario, pues, con mis condiciones precarias, sin su inestimable colaboración no habría sido posible la culminación satisfactoria de este proceso de formación.

Terminé mi cuarto año de Teología y por gracia de Dios fui llamado a la sagrada orden del presbiterado. Esta alegría que siento también ha sido fruto del esfuerzo de cada uno de ustedes. Cuenten con mis oraciones, y nunca dejen de orar por mí, para que mi futuro ministerio sea siempre de acuerdo con el querer de Dios. Espero seguir contando con su cooperación. Yo salgo ya de esta casa, pero quedan hermanos muy necesitados de ustedes y que quieren seguir al Señor a través del ministerio sacerdotal.

Madre M. Sponsa Amabilis, Superiora Provincial de las SSVM, Sao Paulo (Brasil)

En nombre de nuestras religiosas, quiero manifestar mi profundo agradecimiento a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol por la ayuda económica en favor de la formación de las novicias de nuestro instituto, Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará. Como parte de su formación integral, ellas desarrollan actividades apostólicas como visitas de casas, catequesis para niños y jóvenes, oratorio infantil y formación para Hijas de María, todo ello en dos parroquias de barrios de la periferia de nuestra diócesis. También colaboran en nuestro hogar de niños en situaciones especiales y en la entrega de alimentos y ropa a unas veinte familias necesitadas.

Gracias a la ayuda que recibimos de su institución, podemos preparar mejor a nuestras novicias para ser otros instrumentos de la Iglesia, futuras misioneras que estarán ayudando en la obra de la redención a través del anuncio del Evangelio. Les garantizo mis oraciones; que Nuestro Señor les recompense con la vida eterna.

P José Antero Heredia, Rector del Seminario Menor San José de Chota (Perú)

El Seminario Menor San José, de la prelatura territorial de Chota, viene funcionando desde hace diez años. Recibe a jóvenes que desean descubrir su vocación sacerdotal diocesana. Como estos proceden de familias campesinas, no tienen los recursos necesarios para costearse todos los gastos de su formación. Así, la ayuda concedida se gastó en el área académica, en el pago de los profesores, que atendieron a un total de 40 alumnos de los distintos niveles.

Los fieles de las distintas parroquias colaboran, así como los padres de los alumnos. También trabajamos la pequeña huerta que tenemos y así sacamos adelante el funcionamiento del seminario, que está dirigido por sacerdotes diocesanos. Sin embargo, no podemos solventar todos los gastos; por ese motivo seguimos solicitando apoyo para la formación de nuestros jóvenes. Quedo muy agradecido por la ayuda que nos brindan y, de igual modo, los alumnos, sus formadores y sus familias.

Diác. Arao Ferreira da Silva, Rector del Seminario Mayor Papa Juan XIII, (Brasil)

Jesús, antes de enviar a sus apóstoles para la misión, los instruyó, los capacitó para que produjesen frutos y que esos frutos permanezcan. Como nuestros recursos para ejecutar esta difícil tarea son limitados, pedimos humildemente vuestra ayuda, con la certeza de que ese gesto refuerza la hermandad de nuestras Iglesias, estrecha nuestra amistad, nos identifica como discípulos de Jesús y testimonia que hay mucha más alegría en dar que en recibir. Agradecemos los beneficios prestados por cada uno de ustedes, espirituales y materiales. Pedimos que continúen ayudándonos y que recuerden que es deber de todos los cristianos orar por las vocaciones y cultivarlas.

P. Joseph Nguyen Bính Trong, Superior del Seminario Menor Santa Teresa de Lang Son (Vietnam)

Mi pensamiento se vuelve hacia vosotros, cuya generosidad permite al Salvador ser poco a poco conocido, amado y servido hasta los confines del mundo. Sí, nuestra diócesis de Lang Son y Cao Bang viene a ser un confín del mundo, en las aisladas montañas del extremo norte vietnamita. Los desafíos misioneros son allí también muy grandes. Y sin embargo, la salvación ha sido manifestada a todos los pueblos, a todos los hombres, y nosotros, un pequeño puñado de cristianos, debemos ser los testigos.

Nuestro seminario (“de vocaciones tardías”) está puesto bajo la protección de Santa Teresa del Niño Jesús, Pequeña Flor del Carmelo y Patrona de las Misiones. Esta protección celestial nos da mucha seguridad en medio de las pruebas; también vuestra ayuda fiel, transmitida por la Obra de San Pedro Apóstol. Solo ella nos garantiza la existencia y el crecimiento. Vuestra generosidad es para nosotros el signo de que el amor de Dios está actuando en vosotros, y esto nos llena de alegría y esperanza.

En la situación actual de crisis, todavía necesitamos vuestra ayuda y, sobre todo, vuestras oraciones. Confiamos en que, en nombre de Dios y por ese amor a las misiones del cual la pequeña Santa Teresa de Lisieux dio un ejemplo tan luminoso, no nos abandonaréis. Gracias a vuestra ayuda, nuestro seminario menor continuará mejorando, y nuestros jóvenes estudiantes, fortaleciéndose en la vida intelectual y en la fe. En nombre de esos seminaristas y de los sacerdotes de la diócesis de Lang Son, un enorme “gracias” por vuestra solidaridad, oraciones y ofrendas generosas. En el amor de Cristo y de su Iglesia, estamos unidos con vosotros, como los niños de una misma familia.

Mons. David Zywiec, obispo auxiliar del vicariato apostólico de Bluefields (Nicaragua)

Les expreso mi profundo agradecimiento por su apoyo material y espiritual a los seminaristas de nuestro vicariato apostólico. Tan grande como la vecina Costa Rica, Bluefields tiene 14 parroquias, con unas 1.000 capillas y 25 sacerdotes, de modo que la mayor parte de esas capillas reciben visita del sacerdote sólo una o dos veces al año.

La mitad de nuestros sacerdotes son extranjeros. Desde hace más de 50 años funciona un seminario menor. Recientemente tuvimos la primera ordenación sacerdotal en tres años, y comenzamos el 2010 con 16 seminaristas en el seminario mayor y 9 en el año introductorio. Esperamos poder responder más y más a la llamada de Dios a América Latina: “ser misioneros”. Esperamos poder cubrir mejor nuestras necesidades pastorales y con el tiempo enviar misioneros a otras partes del mundo.

Su ayuda nos estimula en nuestros esfuerzos por formar a los futuros presbíteros del vicariato, sabiendo que el sacerdote, que puede administrar los sacramentos y la Palabra, es una persona clave para que los fieles puedan vivir más plenamente su identidad como católicos. Vivimos de la fe y, aunque nos separan distancias, es Dios el que obra en la Iglesia en cada parte del mundo. ¡Que este buen Dios lleve su generosidad a dar muchos frutos, y que les dé una recompensa generosa!

Diác. Odmar Cucunuba Cantor, Seminario Intermisional de Bogotá (Colombia)

Me siento agradecido a Dios Todopoderoso, porque siempre se desborda en generosidad para con sus hijos. Agradecido, porque siempre coloca en nuestras vidas personas generosas que, con su oración y ayuda económica, contribuyen a la formación de futuros sacerdotes que anuncien el Evangelio a todas las naciones.

Gracias, queridos benefactores, porque siempre han estado brindándonos su apoyo. Yo, particularmente, me siento muy beneficiado de sus grandes ayudas a este seminario, pues, con mis condiciones precarias, sin su inestimable colaboración no habría sido posible la culminación satisfactoria de este proceso de formación.

Terminé mi cuarto año de Teología y por gracia de Dios fui llamado a la sagrada orden del presbiterado. Esta alegría que siento también ha sido fruto del esfuerzo de cada uno de ustedes. Cuenten con mis oraciones, y nunca dejen de orar por mí, para que mi futuro ministerio sea siempre de acuerdo con el querer de Dios. Espero seguir contando con su cooperación. Yo salgo ya de esta casa, pero quedan hermanos muy necesitados de ustedes y que quieren seguir al Señor a través del ministerio sacerdotal.

Madre M. Sponsa Amabilis, Superiora Provincial de las SSVM, Sao Paulo (Brasil)

En nombre de nuestras religiosas, quiero manifestar mi profundo agradecimiento a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol por la ayuda económica en favor de la formación de las novicias de nuestro instituto, Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará. Como parte de su formación integral, ellas desarrollan actividades apostólicas como visitas de casas, catequesis para niños y jóvenes, oratorio infantil y formación para Hijas de María, todo ello en dos parroquias de barrios de la periferia de nuestra diócesis. También colaboran en nuestro hogar de niños en situaciones especiales y en la entrega de alimentos y ropa a unas veinte familias necesitadas.

Gracias a la ayuda que recibimos de su institución, podemos preparar mejor a nuestras novicias para ser otros instrumentos de la Iglesia, futuras misioneras que estarán ayudando en la obra de la redención a través del anuncio del Evangelio. Les garantizo mis oraciones; que Nuestro Señor les recompense con la vida eterna.

Fuente: OMP.

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

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