Domingo IV de Adviento. El Domingo de la Anunciación (18/12/2011)


El domingo de la Anunciación

Llegamos al Cuarto Domingo de Adviento que nos trae como relato principal la bellísima escena de la Anunciación, cuando el arcángel Gabriel anuncia a María de Nazaret que ha sido elegida por Dios para llevar en su seno al salvador del mundo. Durante siglos todos los cristianos se han postrado ante la belleza, emoción y grandeza de dicha momento.

1ª LECTURA: LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL 7,1-5. 8b-12. 4a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

-- Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.

Natán respondió al rey:

-- Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

-- Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL. SALMO 88

R.- CANTARÉ ETERNAMENTE TUS MISERICORDIAS, SEÑOR.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, 
anunciaré tu fidelidad por todas las edades. 
Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, 
más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R.-

Sellé una alianza con mi elegido, 
jurando a David, mi siervo: 
"Te fundaré un linaje perpetuo, 
edificaré tu trono para todas las edades." R.-

Él me invocará: "Tú eres mi padre, 
mi Dios, mi Roca salvadora. 
Le mantendré eternamente mi favor, 
y mi alianza con él será estable. R.-

2ª LECTURA: LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 16,25-27

Hermanos:

Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús --revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe--, al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

ALELUYA Lc 1, 38

Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

-- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:

-- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel: 

-- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? 

El ángel le contestó:

-- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó: 

-- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. 

Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio del Domingo.

David, el rey pecador pero arrepentido, ha prometido hacerle un templo a Dios. Y Dios le responde vaticinando, por boca del profeta Natán, un tiempo de esplendor para su pueblo. Es la gran promesa. Le anuncia a David que tendrá descendencia y que ésta será grande: “estableceré detrás de ti un descendiente tuyo, un hijo de tus entrañas, y consolidaré tu reino. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo... tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia”.

Hermosa profecía, preñada de esperanza. Este marco del Antiguo Testamento encuadra la escena del Evangelio de hoy: Dios se dirige al hombre. Un ángel pone voz a la voluntad eterna de Dios y le comunica a una Virgen: “concebirás y darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin”. Dios cumple la promesa hecha al rey David: en Jesús, hijo de María descendiente de David, se realiza la herencia prometida. Pero, Jesús no es sólo un descendiente de la estirpe de David, es el Hijo de Dios y en Él se realiza plenamente la promesa: “Yo seré para Él un Padre y Él será para mí un Hijo”.

Nosotros nos sumamos a esta historia de herencias divinas. Somos miembros del pueblo escogido. Somos hijos de adopción y coherederos. Y las palabras que, un día, Dios dirigió a David: “Yo seré tu Padre, tú serás mi hijo”; palabras que llegan a su plenitud cuando Dios Padre proclamó de Jesús: “Éste es mi Hijo, el Predilecto”; estas palabras, estas mismas palabras, están dirigidas a todos los hombres de todos los tiempos. Por eso yo, hoy, puedo susurrar con temblor y piedad: “Dios es para mí un Padre, y yo soy para Él un hijo”.

Desde la Encarnación del Hijo de Dios, desde el sí confiado de María, cada hombre encuentra en Dios un Padre. Jesucristo, Dios hecho hombre, comparte con nosotros la mejor herencia del único Hijo: ser hijos de Dios. Y la generosidad de Jesús se hace ternura entrañable al colocarnos ante los ojos amorosos del Padre y en los brazos cariñosos de María, Madre de Dios y madre nuestra.

Al hombre de fe, ante tanto misterio no le queda otra actitud que decir con confianza: “hágase en mí según tu palabra”. Uniendo al sí de María el sí confiado de toda la Iglesia. ¡Gracias Padre!

Alfonso Crespo, sacerdote

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"