Día de Navidad. 3ª Misa: "Misa del día".

1. El sentido profundo de la Navidad.
Bendito seas Señor, Padre que estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado sobre la miseria del hombre y nos ha dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro salvador y amigo, hermano y redentor (Juan Pablo II). En Belén, en el silencio profundo de la noche, en el regazo de la Madre y en la tierna mirada del Niño, se revela el verdadero rostro de Dios.
Dios ha querido mostramos la inmensidad y la profundidad de su misterio de amor en su Hijo recién nacido, hecho hombre por nosotros y para nuestra salvación; ha querido manifestar su amor lleno de misericordia, de bondad y de paz, su proyecto de comunicamos y de hacernos participar de su misma vida divina.

El nacimiento de Cristo es el acontecimiento más importante de la historia. Jesús, Dios hecho hombre, viene a la tierra para realizar la reconciliación de la divinidad con la humanidad; para dar muerte a las tinieblas del pecado y vida a los hombres.

2. Una gran alegría.
Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte ya darnos la esperanza de una eternidad dichosa
(San León Magno). La alegría más honda del creyente en este día arranca de esa fe: que Dios no es un ser lejano, sino Alguien que se nos ofrece cercano y entrañable desde la ternura y la fragilidad de un niño. Hay una nota triste en la primera Navidad: Vino a los suyos, v los suyos no le recibieron. Su Madre le recostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en la posada. Que abramos las puertas de nuestro corazón de par en par a Cristo, que ha venido para amarnos, para salvarnos, para enseñarnos el sentido verdadero de la vida. Pero a todos los que le recibieron, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Éste es el mensaje de la Navidad: En Jesús somos hijos de Dios. Dios es un Padre que nunca deja de pensar en nosotros y, respetando totalmente nuestra libertad, desea encontrarse con nosotros y visitarnos; quiere venir, vivir en medio de nosotros, permanecer en nosotros. Viene porque desea liberarnos del mal y de la muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad; Dios viene a salvarnos (Benedicto XVI).

3. Una de las enseñanzas de la Navidad.
En la Navidad, Dios nos enseña a amar a los pobres, a los enfermos, a los que padecen soledad, a los carentes de amor, a los ancianos y, especialmente, a los niños que sufren miseria y hambre. En todos ellos, es el Niño de Belén quien nos reclama el amor, el calor ie nuestro cariño, la compañía que aleja las horas de soledad...

El que ha entendido el misterio de Belén, no buscará ya su propia felicidad; buscará ante todo el bien de sus hermanos. Para un discípulo del Niño de Belén, lo importante no es recoger para sí, sino dar y sembrar para los demás. Desde que Dios se hizo hombre en Belén, hay que ver a Dios en cada hombre que se cruce por el camino. En Navidad, deja que Dios nazca en ti, deja que aparezcan en tu vida su bondad, su ternura y su amor a los hombres. 


TEXTOS LITÚRGICOS.

Acto penitencial
-Tú eres la Palabra de Dios hecho hombre: Señor, ten piedad.
-Tú eres la imagen de Dios invisible: Cristo, ten piedad.
-Tú eres el Santo de Dios: Señor, ten piedad.

Oración colecta
Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura del libro de Isaías 52, 7-10
iQué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sion: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sion. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Palabra de Dios.  Te alabamos, Señor

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6
L.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
R.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porgue ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
R.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
R.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.
R.- Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Lectura de la carta a los Hebreos 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: « y 0 seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.» Palabra de Dios. Te alabamos, Señor

+ Lectura del santo evangelio según san Juan  1,1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,  si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: -«Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conoce. Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.

Oración de los fieles.
Celebrante: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.
L.- Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra; para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación, roguemos al Señor.
L.- Por todos los pueblos, razas y naciones; para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia, roguemos al Señor.
L.- Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados sociales, los mal vistos, los que sufren los horrores de la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos; para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo, roguemos al Señor.
L.- Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor; para que, renacidos ala vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad, roguemos al Señor.
L.- Por nuestra nuestro pueblo, por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos; para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría, de la Navidad, roguemos al Señor.

Celebrante: Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, en la fiesta solemne de la Navidad, esta ofrenda que nos reconcilia contigo de modo perfecto, y que encierra la plenitud del culto que el hombre puede tributarte. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la comunión
Dios de misericordia, hoy que nos ha nacido el Salvador para comunicarnos la vida divina, humildemente te pedimos que nos haga igualmente partícipes del don de su inmortalidad. Por Jesucristo, nuestro Señor


Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"