Día de Navidad. Misa a medianoche.

1. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
El nacimiento de Cristo es la irrupción de la luz que disipa las tinieblas del pecado. La profecía de Isaías (la lectura) habla del nacimiento de un Niño que es, a la vez Dios guerrero y Príncipe de la paz. Él trae la luz al pueblo que camina en tinieblas. La misma profecía será recordada por San Mateo, cuando Jesús comience su predicación en Galilea.
Hoy, al cabo de más de veinte siglos, vemos cómo esa luz se ha ido extendiendo hasta los confines de la tierra. Quizá en algún momento parezca que se desvanece, pero lo cierto es que sigue teniendo la misma fuerza con que irrumpió en la historia de la humanidad con el nacimiento de Cristo en Belén.

No podemos perder esta seguridad. La luz del Redentor sigue siendo la única que puede iluminar los corazones que se encuentran a oscuras a nuestro alrededor. Y, aunque nos pueda parecer que las luces que estos días adornan las calles de nuestras ciudades difuminan la gran luz, ahí sigue estando para quien la quiera ver.

Nosotros quizá podamos ayudar a muchas personas a trascender la luz de los adornos navideños hasta llegar a la verdadera luz. Así lo pedimos en la colecta: Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera; concédenos gozar en el cielo del esplendor de su gloria a los que hemos experimentado la claridad de su presencia en la tierra.

2. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.

Pero en este día, como en toda la Navidad, debemos centrar nuestra atención en Jesús Niño. y nuestra oración ha de ser especialmente contemplativa. No deberíamos poder dejar de mirar a ese pesebre donde yace el mismo Dios, envuelto en pañales. ¿Qué podemos decir? ¿ Qué podemos hacer? Quizá pedir a María que nos enseñe a tratarlo con más cariño, que nos deje envolverlo en los pañales y tenerlo en nuestros brazos, porque el pesebre no puede ser más acogedor que nuestro corazón.
El portal de Belén -esos Nacimientos tradicionales que lo representan- nos habla como nada del amor de Dios por nosotros. Ojala que se haga realidad lo que pedimos en la oración sobre las ofrendas: Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones, en el que nos muestras tu divina largueza, haznos participes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable . Dejaremos así que el corazón se ensanche, pidiendo por nosotros y por la humanidad entera, para que sea iluminada por la luz de la Navidad. y diremos a Jesús: ¡Oh dulce Niño de Belén!, haz que yo me acerque con toda el alma a este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres aquella paz que buscan.


Primera Misa de Navidad
Antífona de entrada, Sal 2, 7
El Señor me ha dicho: «Tú eres mi Hijo yo te he engendrado hoy».
o también:
Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy desde el cielo ha descendido la paz sobre nosotros.
Se dice «Gloria».

Oración colecta
Oh Dios, que has iluminado, esta noche santa con, el nacimiento de Cristo, la luz verdadera; concédenos gozar en el cielo Del esplendor de su gloria a los que hemos experimentado la claridad de su presencia en la tierra. Por nuestro Señor.

Lectura del libro de Isaías 9, 1-6
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz le brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre, serán combustible pasto del fuego. Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantase como el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva al hombro el principado, y es su nombre: Maravilla de consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Para dilatar, el principado  con una paz, sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con  la justicia y el derecho, desde ahora y por, siempre. El celo del Señor lo realizará. Palabra de Dios.

Salmo responsorial, 95
L.- Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
R.- Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
L.- Cantad, al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
L.- Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
L.- Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;  vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.
L.- Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. El juzgará el orbe con justicia, y a los pueblos en su verdad. R.

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a Tito, 2, 11-14
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro: Jesucristo. El se entregó por nosotros para rescatarnos de toda impiedad, y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las  buenas obras. Palabra de Dios. 

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas, 2,1-14
En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba en cinta. y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.» Palabra del Señor.

Oración de los fieles.
Celebrante: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Oremos confiadamente.
L.- Por la Iglesia universal, extendida sobre la faz de la tierra; para que sepa llevar a todas las gentes la Buena Noticia de la salvación, roguemos al Señor.
L.- Por todos los pueblos, razas y naciones; para que encuentren la paz, don de Dios y fruto del amor y la justicia, y cesen las guerras, la segregación racial y toda clase de opresión y de violencia, roguemos al Señor.
L.- Por todos los que llevan en su carne la señal de Cristo pobre y paciente: los enfermos, los que pasan hambre, los emigrantes, los presos, los exiliados, los refugiados, los marginados sociales, los mal vistos, los que sufren los horrores de la guerra, los que lloran la pérdida de sus seres queridos, los que no tienen trabajo, los que viven sin hogar, los ancianos que viven solos, los niños huérfanos; para que puedan sentirse amados de Dios y sus corazones se llenen de gozo, roguemos al Señor.
L.- Por nuestros familiares y amigos difuntos, que celebraron otros años con nosotros la Navidad del Señor; para que, renacidos a la vida eterna, la gloria del Señor los envuelva con su claridad, roguemos al Señor.
L.- Por nuestra nuestro pueblo, por los ausentes, por nuestras familias, por nosotros, aquí reunidos; para que, acogiéndonos con amor y paciencia, vivamos la gran alegría, de la Navidad, roguemos al Señor.
Celebrante: Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, nuestras ofrendas en esta noche santa, y por este intercambio de dones en el que nos muestras tu divina largueza, haznos partícipes de la divinidad de tu Hijo que, al asumir la naturaleza humana, nos ha unido a la tuya de modo admirable. Por Jesucristo.

Oración después de la comunión
A cuantos celebramos rebosantes de gozo el misterio del nacimiento de Cristo, concédenos, Señor, la gracia de vivir una vida santa y llegar así un día a la perfecta comunión con Cristo en la gloria. Por Jesucristo

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"