Domingo Ordinario 8º A

La Palabra de Dios, cada domingo, es como una gota de agua, parece poca cosa pero puede horadar una roca o hace florecer un jardín. Quizá olvidamos lo que hemos escuchado hoy, pero, si ponemos atención, aunque luego falle la memoria, quedará un poso.



Las lecturas de hoy nos abren un panorama espiritual espléndido. En el libro de Isaías, Dios nos dice: "Puede acaso una madre olvidarse de su criatura, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré". Es la "ternura" del amor de Dios, como le gusta decir al Papa Francisco, que no tiene límites. Una ternura que nos llena de confianza en nuestro Padre del cielo, y que nos facilita extraordinariamente el trato con Él en la oración.
Ese mismo amor del Padre lo refleja Jesús en las alegorías que recoge el Evangelio de hoy. "Mirad las aves del Cielo: no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?... ¿no hará mucho más por vosotros, gente depocafe7 Creemos en Dios, creemos en Jesucristo; si no, no estaríamos aquí. Pero creemos poco; tenemos una fe vacilante, no confiada del todo en la bondad y el poder de Dios. El Señor no nos recrimina por ello; Dios nunca se enfada. Pero nos anima a poner en Él nuestras ambiciones y deseos: "Buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura'
Nuestra escasez de fe se nota, tantas veces, en que no buscamos lo primero las cosas de Dios. Anteponemos los intereses humanos: la economía, la salud, los gustos y preferencias... Es decir, anteponemos "lo demás' y Dios no puede darnos la fe grande que desea para nosotros.
¿Os habéis fijado, en un centro comercial, qué cantidad de cosas superfluas e innecesarias se venden? En esta cultura nuestra, una alta proporción de los gastos se destinan a vanidades y cosas frívolas. No pretendo anatematizar el comercio. Lo digo sólo para haceros caer en la cuenta de cómo posponemos el Reino de Dios y su justicia, colocándolo detrás de tantísimas banalidades. Y lo digo a vosotros y a mí, que somos creyentes sinceros.
Está para comenzar la Cuaresma (el próximo miércoles es miércoles de Ceniza). Desde la palabra de Dios de hoy se nos invita a creer y a confiar en Dios, antes que en las tecnologías y en los oropeles humanos. Mientras no demos una vuelta de campana a nuestros intereses y ambiciones, no podremos disfrutar de aquella ternura de Dios, que nos espera con los brazos abiertos. Preparémonos para la Cuaresma inminente con el propósito claro de anteponer las cosas de Dios a las preocupaciones humanas..PALABRA —  Manuel Ordeig
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