Domingo V de Pascua A

"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida' nos dice hoy el Señor en el Evangelio. Probablemente hemos oído esa frase en más de una ocasión, pero ¿hemos penetrado en todo lo que significa? Sería presuntuoso decir que sí, pues la Palabra de Dios, que es la Escritura, tiene mensajes inagotables para quienes se acercan a ella con humildad y atención.
"Yo soy la verdad"; parece la respuesta a aquella otra frase del Procurador Poncio Pilato: qué es la verdad. Ésta última sería la que encontraríamos hoy en día a quien preguntásemos por la calle, en este mundo lleno de relativismo.
Por contraste, la palabra de Cristo encierra la solución a tantos interrogantes sin respuesta, que los hombres albergan en su corazón. El bien y el mal, las desigualdades humanas, la fortuna y las adversidades.., todo ello abruma y desconcierta el corazón humano, llenando la vida de insatisfacción.
La multitud de conocimientos científicos y técnicos, no logran el descanso sereno de un corazón que no encuentra la verdad. Reducir la vida del hombre a 80 años de existencia terrena y luego nada, puede resultar fácil de decir, si no se piensa en profundidad; pero al cabo no es solución váli da: antes o después aflora de nuevo la inquietud en el alma. Decía un amigo filósofo, ateo, a J. Guitton, en un momento de confidencia: "Tú tienes mucha suerte, tú crees en Dios y por tanto puedes permitirte el lujo de no pensar en Él; yo no puedo permitírmelo".
La verdad de la que habla Jesús no coincide con las verdades que nos da a conocer la ciencia. Éstas son verdades parciales, aunque sean ciertas; y no pueden llenar los deseos humanos, siempre mayores. La verdad cristiana tiene miras superiores; no se pregunta cómo se ha hecho el mundo o cómo ha surgido la vida y el hombre, estas cuestiones pertenecen a la ciencia La fe plantea el porqué y el para qué de nuestra existencia: el origen y el fin del ser humano. No el origen de primer nivel (científico), sino el por qué que se pregunta quien sabe el cómo. Y ante el cual, la respuesta nihilista (vengo del azar y voy a ningún sitio), nunca satisface la inteligencia humana. La mejor prueba de que aquella inquietud no se acalla con la versión materialista, es que sigue golpeando la inteligenciay el corazón de los hombres, generación tras generación. Y, en medio de tal inquietud, Jesucristo nos abre la puerta a la solución cierta y decisiva. Conocer a Jesucristo -que es la verdad- es la única respuesta que colma las inquietudes humanas. Y no es difícil: basta leer el Evangelio con un poco de detenimiento y cierta continuidad.
Vale la pena que nos propongamos esa lectura frecuente del Evangelio, dejando que la figura y las palabras de Cristo nos llenen el corazón.
PALABRA—Manuel Ordeig
Descargar Domingo V de Pascua A

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"