El hombre más contento de la tierra

Dicen que San Francisco de Asís fue el mejor imitador de Jesús, el santo que más se le parecía. Algunos creen incluso que fue el "hombre más contento que jamás hubo en la tierra".
De hecho, el Papa -cuyo nombre era Jorge- eligió llamarse Francisco porque desea parecerse a este santo en su amor a los pobres y a la creación.

Francisco nació en 1182 en Asís (Italia). Era un chico muy alegre y generoso, el "líder" de su pandilla. Su padre, Pietro, era un rico comerciante y a Francisco no le faltaba de nada. Por eso, cuando de pronto apareció por el pueblo hecho un harapo, la gente empezó a gritarle: "¡Loco, loco!". Su padre se enfadó tanto con él que le encerró en un calabozo del que, gracias a su dulce madre, pronto salió.

¿Qué le había pasado al rico Francisco para desear ser pobre? Pues que un día, paseando a caballo por la campiña italiana, un leproso se atravesó en su camino. Francisco quiso salir corriendo, pero algo le impulsó a bajarse del caballo dar una limosna a aquel enfermo y besar sus heridas.

En los campos de aquel pueblo, había muchas cuevas. Franscisco empezó a utilizarlas para rezar a solas y, otro día, paseando por allí se encontró las ruinas de una iglesia y, entre ellas, un crucifijo que le habló: "Francisco, repara mi Iglesia que amenaza ruina". Al principio no comprendió nada, pero pronto se dio cuenta de que Jesús no le estaba pidiendo que reparara un edificio, sino los corazones de quienes formaban la Iglesia.

Desde ese instante, Francisco se hizo pobre. Había descubierto la grandeza de lo pequeño: los enfermos, las flores del campo, el sol y la luna, el viento... Dios ya le había hecho rico, no con el dinero de su padre, sino al darle la Creación entera.

Atendiendo a los más pobres y a la creación, vivió muy contento en armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. Se convirtió en el "juglar" de Dios, cantando y bendiciendo, contagiaba a todos su alegría. "Laudato sí'" es un himno que compuso para adorar a Dios por sus criaturas, ¿lo conoces?

Alabado seas, mi Señor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano Sol,
por quien nos das el día y nos
iluminas.Y es bello y radiante con
gran esplendor,de ti, Altísimo,
lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana Luna y las
Estrellas, en el cielo las
formaste claras, preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor,
por el hermano Viento y por el
Aire, y la Nube y el Cielo sereno,y
todo tiempo,por todos ellos a tus
criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana Agua,
la cual es muy humilde,
y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor,
por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso,
y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra
madre tierra, la cual nos sostiene
y gobierna y produce diversos
frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas mi Señor,
por aquellos que perdonan
por tu amor, y soportan
enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las
sufran en paz, porque de ti,
Altísimo, coronados serán.

Alabad a mi Señor
y dadle gracias
y servidle con gran humildad. 

Te animamos este verano, cuando salgas al campo o veas el mar, recitar este cántico y verás como se
alegra tu corazón alabando a Dios junto a todos los seres que ha creado.

Fuente: Revista Gesto.

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