PONLE CARA Y TÚ ¿QUÉ DICES? DI BASTA. NADIE SIN HOGAR

Durante el mes de Octubre, celebraremos la Campaña Anual de Personas Sin Hogar bajo el lema “Ponle cara. ¿Y tú qué dices? ¡Di basta! Nadie sin hogar”.

Más de 25 años en campaña lleva Caritas, en su apuesta por la dignidad y derechos de miles de personas en situación de sin hogar, rostros concretos que nos interpelan y nos movilizan para seguir adelante.
Cada año nos unimos a Caritas para denunciar y reclamar mayor protección social, acceso a la salud, a una vivienda digna, a la visibilidad, al reconocimiento de la dignidad y los derechos humanos.

Desde nuestra humilde parroquia nos gustaría interpelar a la sociedad, digamos de una vez que basta de vulneraciones de derechos, de invisibilidad, de sufrimiento, de vivir en la calle, de inseguridades, de agresiones… de no tener hogar.

Carta pastoral en la Jornada de los Sin Techo 2019

Queridos diocesanos:

El día 27 de este mes se nos llama a fijar de manera especial nuestra atención en las personas que no tienen hogar. Año tras año volvemos sobre esta realidad y podemos pensar que nada podemos hacer al respecto. Sería una conclusión equivocada. Siempre podremos hacer algo con el fin de que quienes vagan sin sentido en las calles de nuestras ciudades y duermen a la intemperie, puedan tener un hogar al que tienen derecho. Marcelo, un sin hogar, decía hace unos días que no podrían quitarle la esperanza. 

Necesidad de una pronta respuesta

Sería un buen ejercicio para avivar nuestra sensibilidad, el intentar ponernos en el lugar de estas personas. Alguien me comentó que un día, ofreciendo una imagen de harapiento, se puso a pedir en las calles para comprobar lo que significaba esta actitud. Fue todo un descubrimiento doloroso no imaginado. Tal vez para concienciarnos de lo que conlleva no tener hogar sería aleccionador tener la experiencia de vivir a la intemperie. Hemos de poner cara al sinhogarismo y hacer visibles a estas personas acercándonos a ellas y reconocernos en ellas. Aceptar una cultura social que excluye y descarta no es humano. Todo lo que afecte a los demás, no nos puede ser ajeno, asumiendo la responsabilidad correspondiente.
San Juan Pablo II se preguntaba ya en 1987: “¿Podemos nosotros, los cristianos, ignorar o soslayar tal problema  cuando sabemos bien que la casa es una condición necesaria para que el hombre pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda trabajar, educar y educarse, para que los hombres puedan constituir esa unión más profunda y más fundamental que se llama familia?”. Un interrogante que sigue siendo actual y que sigue esperando una respuesta pronta y concreta.

Implicación de toda la sociedad

Los que no tienen hogar son pobres todavía más pobres, y cada una de estas personas arrastra el peso de un problema diferente. “Estas personas esperan un cambio económico, político y social, pues el problema de los sin techo y la crisis de la vivienda es sólo efecto de una causa más profunda que exige solución”[1]. Todos debemos sentirnos implicados. Es un doloroso signo de nuestros tiempos el que más de cien millones de personas se encuentren en esa situación y que revela el fracaso de nuestra sociedad. “La riqueza humana y espiritual de las innumerables obras de caridad y de beneficencia creadas por la Iglesia a lo largo de su existencia, son el mejor monumento histórico de esta dedicación y amor de preferencia a los pobres”. Nos encontramos ante una emergencia social que ha de llevarnos a ser sensibles al sufrimiento que supone vivir sin hogar. Hay que decir basta y no podemos habituarnos a pensar que siempre fue así, contribuyendo a la degradación de la dignidad de la persona. Otra forma de vivir es posible, aplicando políticas adecuadas que remuevan los obstáculos que impiden realizar y participar en el bien común con una voluntad política concretada y una responsabilidad colectiva de todos. El papa Francisco escribe que “un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social”.

Nuestro oído en el corazón de estas personas

Hay que poner nuestro oído en el corazón de estas personas. “La falta de vivienda, que es un problema en sí mismo bastante grave, es digno de ser considerado como signo o síntesis de toda una serie de insuficiencias económicas, sociales, culturales o simplemente humanas”[2]. La jornada de hoy nos conciencia de que todos hemos de trabajar en la medida de nuestras posibilidades para que las personas sin hogar puedan tenerlo. No corramos el riesgo de quedar atrapados por los puros intereses económicos. “La capacidad de ser solidario es uno de los frutos de la pobreza”. La dignidad de los demás es nuestra dignidad. Escuchemos su queja y alentemos su esperanza
Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.


Fuente: Pastoral Santiago.

Enlaces Parroquiales

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