Domingo III del Tiempo de Adviento A.

Monición de entrada
Hoy nos encontramos en el tercer domingo de Adviento. El profeta Isaías nos describe la venida del Mesías que salva a los pobres e introduce la era de la alegría. Nosotros, los que vivimos en este tiempo de gracia, somos aún más bienaventurados que aquellos que se prepararon para su primera venida con Juan el Bautista. Y nosotros, siguiendo sus consejos podemos prepararnos actuando con responsabilidad y fraternidad con la gente que nos rodea, y haciendo bien todo lo que tenemos que hacer.
Encendemos la tercera vela de la Corona y nos dejamos iluminar por su luz que nos encamina al Belén que acabamos de bendecir en la misa de los niños (o hemos bendecido ayer con los niños) en la espera gozosa del Nacimiento de Jesús.

Acto penitencial
- Tú, que viniste a llamarnos a la conversión: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
- Tú, que viniste a salvar lo que estaba perdido: R/. Cristo, ten piedad.
- Tú, que viniste a crear un mundo nuevo que brota de tu Encarnación: R/. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo

Lectura del libro de Isaías. Is 35, 1-6a. 10
EL desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo. Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Contemplarán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvarás ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo. Retornan los rescatados del Señor. Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría. Quedan atrás la pena y la aflicción. Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10 (R/.: cf. Is 35, 4)
V/. Ven, Señor, a salvarnos.
R/. Ven, Señor, a salvarnos.
V/. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.
V/. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R/.
V/. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

Lectura de la carta del apóstol Santiago. Sant 5, 7-10
HERMANOS: esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas. Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Palabra de Dios.

Aleluya Cf Is 61, 1 (Lc 4, 18ac)
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha enviado a evangelizar a los pobres. R/.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 11, 2-11
EN aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!”. Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”. Palabra del Señor.

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