La luz de Belén, signo de amor y de esperanza.

"Una luz brilló sobre los que vivían en tierra de sombras". La humanidad, sumergida en la oscuridad del pecado, necesitaba la luz. Una luz que significa amor.

"Ciertamente, en el establo de Belén aparece la gran luz que el mundo espera. En aquel Niño acostado en el pesebre, Dios muestra su gloria: la gloria del amor, que se da así mismo como don y se priva de toda grandeza para conducirnos por el camino del amor".
(Benedicto XVI)

Que cada uno vea en el Niño ese amor grande de Dios. Los pastores le ofrecieron lo que tenían en aquellos momentos, con generosidad: unos quesos, unas ovejas... Preguntémonos entonces: ¿qué te puedo regalar, Jesús mío?

"Donde ha brotado la fe en aquel Niño, ha florecido también la caridad: la bondad hacia los demás, la atención solícita a los débiles y a los que sufren, la gracia del perdón".
(Benedicto XVI)

El que ha entendido la Navidad sabe que el misterio de Belén es un misterio de amor. Debiéramos preguntarnos: ¿tenemos tiempo para el prójimo que tiene necesidad de nuestra palabra, de nuestro afecto? ¿Para aquel que sufre y necesita ayuda? ¿Para el inmigrante o el refugiado que busca asilo? ¿Tenemos tiempo y espacio para Dios, que es Amor?. Pues esto es lo que interesa a Dios. Él ama a todos, porque todos somos criaturas suyas.


Fuente: "Misa en el Día de Navidad". Parroquia San Ginés de Padriñan.

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