El pensamiento social cristiano o la doctrina social de la iglesia: ver, juzgar y actuar.

La problemática social por parte de la Iglesia es una de sus principales preocupaciones debido a las situaciones económicas, políticas, sociales y culturales que se están viviendo a todos los niveles y esferas.

El gran problema, al que se enfrenta, estriba en su desconocimiento por parte de numerosos cristianos y en general por la sociedad que desconocen su aportación, sus planteamientos y preocupaciones, pero sobre todo sus actuaciones reales en relación a los principios básicos de la dignidad de la persona, la sociedad, el bien común, la justicia social y la caridad.

La dignidad humana es el principio de toda la Doctrina Social de la Iglesia por su origen creatural como ser digno, libre y solidario con derechos y deberes inalienables, inviolables, obligatorios, anteriores y superiores a las leyes, los acuerdos y convenios, frente al materialismo y tecnosistema fomentado en la actualidad.

¿Qué entendemos por Pensamiento Social Cristiano o Doctrina Social de la Iglesia?
El tema de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) siempre ha sido fundamental, pero nos atrevemos a asegurar, que en estos momentos es más importante que en otros, a causa de los planteamientos y respuestas que actualmente se están dando a niveles económicos, políticos, culturales y sociales. Es mucho lo que aporta la Doctrina Social de la Iglesia y muy desconocido para una gran mayoría de las personas.

La DSI más que una teoría se orienta a la acción. El mensaje social del Evangelio no debe considerarse como una teoría sino, por encima de todo, un fundamento y estímulo para la acción. Se orienta a la vida, está hecha para practicarla y así lo han entendido, en el curso de los siglos, los hombres y mujeres de todas las clases sociales comprometidos individualmente y en organizaciones en diversas acciones a favor de los marginados (CA 49) La DSI orienta la vocación de cada uno en la lucha por la justicia. No se queda en el enunciado de principios o en la interpretación de la sociedad, sino que su fin es orientar la conducta de las personas como consecuencia del compromiso por la justicia, según la función, vocación y circunstancias de cada persona (SRS 41h).

La orientación de la conducta de las personas tiene como consecuencia el compromiso por la justicia. Es la enseñanza moral de la Iglesia como respuesta a los problemas sociales- Un “conocimiento iluminado por la fe”- (CDSI,72) que surge de un encuentro entre el Evangelio y las realidades sociales.

No es una doctrina política o económica, ni propone “soluciones técnicas” que competen al Estado y a las instituciones de la sociedad civil. Propone criterios y valores para tener en cuenta en las decisiones políticas y técnicas.

La DSI tiene una doble finalidad de orden pastoral:
a) Guiar a los hombres, su conducta “para que ellos mismos den una respuesta, con la ayuda también de la razón y de las ciencias humanas, a su vocación de constructores responsables de la sociedad” (SRS 1).
b) Mover el desarrollo integral del hombre y de los pueblos (PP, CiV).

El eje de la DSI es la caridad: Todas las responsabilidades y compromisos trazados por ella provienen de la caridad…

Esta doctrina, si bien inspirada en la palabra de Dios, no sirve únicamente para cristianos; vale para todos los hombres y mujeres, cristianos o no cristianos, porque ofrece criterios universales sobre la dignidad de la persona, sobre los valores, la paz, la justicia y la solidaridad.

Los principios básicos del orden social son: la dignidad de la persona humana, la sociedad, el bien común, la justicia social y la caridad.

La dignidad de la persona humana es el principio y fundamento de toda la Doctrina Social de la Iglesia.

El bien común tiende a concretarse en el conjunto de aquellas condiciones sociales que consienten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de su propia persona.

La justicia y la caridad son las virtudes que más directamente se refieren a la sociedad. Donde hay amor habrá justicia, y con la justicia y el amor surgirá la paz.

Al reconocimiento de la dignidad y libertad del hombre y la mujer, y al concepto de bien común, están unidos cuatro principios fundamentales de la Doctrina social de la Iglesia referentes al orden social:
- Principios de solidaridad y subsidiaridad, que indican cómo ha de realizarse la cooperación en la vida social.
- Principios de autoridad y participación, referidos al modo de ejercer la responsabilidad en la vida social.

¿Quién es el sujeto de la Doctrina Social de la Iglesia y cuál es su método?
La doctrina social es de la Iglesia porque la Iglesia es el sujeto que la elabora, la difunde y la enseña. No es prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de la comunidad entera, según la diversidad de tareas, carismas y ministerios” (CDSI, 79)

El método de la Doctrina Social de la Iglesia define, en tres pasos, el discernimiento ético cristiano sobre la realidad social: VER-JUZGAR-ACTUAR.

VER: Consiste en analizar en equipo, organizadamente, con la ayuda de las ciencias humanas y sociales, desde distintos puntos de vista, una misma realidad social, las situaciones de injusticias, sus causas y consecuencias.
JUZGAR: Es interpretar la realidad y discernir qué es y qué no es proyecto de Dios sobre el hombre, la mujer y el mundo. En este paso cuentan mucho los principios, los valores permanentes, y los criterios de juicio.
ACTUAR: Implica comprometerse en acciones concretas para eliminar las barreras de las desigualdades, las estructuras y mecanismos injustos; y crear condiciones para una trasformación social desde la justicia, la verdad, la libertad y la paz.

Se inicia un tiempo de contemplación y oración sobre la Pasión del Señor y consecuentemente el discernimiento que nos ayudará en nuestra oración al recordar que no es una batalla contra las distracciones, que con frecuencia terminan ganándonos la lucha, sino que en ese discernimiento reviviremos que la oración es algo que Dios realiza en nosotros, no algo que hacemos nosotros. La obligación nuestra consistirá en realizar lo apropiado para permitir a Dios orar en nosotros, buscando el espacio, externo e interno, de recogimiento apropiado .

Como reflexión previa a la oración nos servirán las siguientes lecturas para el análisis del método de la Doctrina Social de la Iglesia: VER, JUZGAR Y ACTUAR.

En estos textos se nos brinda la posibilidad de analizar los aspectos del discernimiento ético cristiano sobre la emigración y los refugiados:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; (Mateo, 25,35)

VER, en relación con los que huyen dejando su hogar en busca de uno nuevo, por causa de la guerra, las persecuciones y la miseria, abandonando a su familia con el objetivo de encontrar un hogar mejor y reunificar posteriormente a sus seres queridos.
Es un problema social y humano que tenemos en nuestro entorno cotidiano.

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle."… " Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: "Será llamado Nazoreo". (Mateo 2, 13-15. 19-23).

JUZGAR, su desprotección que al interpretarla implica la ejecución del proyecto de Jesús.

“humilde y gran Apóstol emigrante, evangelizador de pueblos y culturas” “ , que nos muestra como el ejercicio de la caridad constituye el culmen de toda la vida cristiana”.

ACTUAR, ejerciendo la caridad, como compromiso social de la Iglesia, solidariamente y con amor fraterno, según san Pablo.

El objetivo debe ser el de Jesús, como bien decía san Pablo: Cristo ha hecho de los pueblos “una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba” (Ef. 2,14)

“Id vosotros a mi viña” (Lucas 20,7)

En esta oración del evangelista Lucas se nos presenta una oportunidad de reflexionar sobre el paro, otro de los padecimientos actuales, como fenómeno que incumbe a todas las sociedades occidentales en una u otra dimensión sin discriminación de edades, raza o sexo y acentuado por la crisis Tratemos de mostrar cómo nos alejamos del amor egoísta:

VER, la gran herida que significa, no solo individualmente sino globalmente, la precaria situación de numerosas familias, tanto económica como síquicamente, al sentirse inútiles en la sociedad a la que pertenecen, sumergida en la indiferencia y la insensibilidad hacia su prójimo.

“de un paro prolongado nace la inseguridad, la falta de iniciativa, la frustración, la irresponsabilidad, la desconfianza en la sociedad y en uno mismo”.

JUZGAR, la autoestima personal que supone el trabajo como elemento de autorrealización espiritual, sentimiento de utilidad y aceptación por parte de todos.

“el estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual”.


ACTUAR, desde el compromiso en acciones concretas referidas al sentido de la igualdad y justicia en todos los ámbitos, por medio de la asistencia institucional y las medidas de toda índole que favorezcan el reconocimiento de la dignidad humana desde la concepción del trabajo como valor.


Realizada la reflexión y la decisión de un cambio en nuestro VER, JUZGAR y ACTUAR con los que nos rodean de forma más próxima, en la familia, el barrio, la parroquia o el trabajo, nos encontraremos en disposición de contemplar la Pasión y Resurrección del Señor para ser más fuertes en nuestras decisiones y comprender la redención, porque la Pasión y la Resurrección van unidas al formar parte del acto redentor, no siendo posible entender la una sin la otra.

Jesús encomendó a los apóstoles la responsabilidad de hacer discípulos en todas las naciones y al dejarlos les dijo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de este mundo” (Mateo 28,19-20), y en la última cena, refiriéndose al Espíritu Santo que vendrá cuando Él se marche. “Él os enseñará todas las cosas y os recordará todas mis palabras” (Juan 14, 18; 26).

Nuestra oración debe encaminarse a que el Espíritu Santo llene nuestro corazón y el de todos los miembros de la Iglesia para admirar Pentecostés reflexionando sobre la lectura de los textos de los Hechos de los Apóstoles (2, 1-47) y Hch (5, 38-41).

Nuestro Pensamiento Social Cristiano es algo vivencial en nosotros que se irradia hacia todos con nuestro testimonio.

+ D. Fernando López Rodríguez
Secretario de la “Venerable Congregación del Divino Espíritu Santo y María Santísima de los Dolores”.
Dr. Filología. Dr.Ingeniería Industrial. Drd. Derecho y Ciencias Sociales.

Fuente: Revista Nazarenus 2020

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"