Escribe el Párroco: "Fora demo"

Es una frase que oí, muchas veces, a nuestros mayores, mientras hacían la señal de la cruz, es decir: “Santiguándose

Santiguarse” es hacer una cruz, que va desde la cabeza al pecho y del hombro izquierdo al derecho,  invocando a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y del Espíritu Santo. El misterio de la Cruz nos revela el Misterio de la Trinidad beatísima. Invocarle con frecuencia es lo que pretende esta costumbre antiquísima de los cristianos, santiguándonos.

Con ello, actualizamos el acto de amor más grande que se haya realizado jamás: es el amor con el que Dios Padre nos entregó a su Hijo para nuestra Salvación; es el amor infinito con que el Espíritu Santo, llevo a Jesús a la cruz, entregándose para lograr nuestra salvación.

Por eso huye el diablo, ante un cristiano que se santigua haciendo la seña de la cruz; por eso el gesto de santiguarnos está presente en todos los actos de culto y de piedad de la Santa Madre Iglesia y en la devoción personal de todos sus hijos.

¡Amigos míos! renovemos la costumbre estupenda y eficacísima de santiguarnos con frecuencia: tendremos menos tentaciones, alejaremos de nosotros el mal, haremos que Dios bendiga a toda criatura, persona o circunstancia sobre quien nos santiguamos, devuelve la paz al alma, calma las ansiedades, nos devuelve a la amistad y a la convivencia fraterna, activa la caridad, llena el corazón de alegría y gozo. Al levantarnos, al salir de casa, al comer, al dormir, al pasar delante de un crucero o una Iglesia; también al comenzar cualquier oración u obra buena y siempre que estemos en alguna tentación o peligro.

Así nos lo enseña el Catecismo desde siempre.

+Monseñor Don Samuel G. T.
Párroco de San Ginés de Padriñán


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