Me admira la actitud de esta familia con el profeta Eliseo.
Mas bien con Dios. Porque para ellos, Eliseo es “el hombre de Dios”. ¡Como le acogen, como dedican una parte de su casa para que descanse allí, como valoran que Dios pase junto a ellos, y se detenga junto a ellos, y aun se quede con ellos!
Podemos preguntarnos si en nuestras familias, valoramos la presencia de Dios en el hogar;
si le hacemos un hueco en la oración, en los signos: como una imagen, un cuadro, un crucifijo o el Sgdo. Corazón de Jesús; preguntarnos por la educación de los hijos: si les llevamos al catecismo, si en la escuela le anotamos a Religión; si se les da ejemplo en los actos de culto, como la santa Misa y los sacramentos; si la familia educa en virtudes humanas y cristianas.
Como enseña San Pablo en la segunda lectura, hemos sido bautizados para comportarnos con dignidad de cristianos, dejando atrás el mal y esforzándonos en vivir cara a Dios en todo.
Sólo hay un camino del bien, y es seguir a Cristo. Y lo que no sea seguirlo, está en oposición con él. Y el camino del bien en un matrimonio, pasa por el conyugue con el que construyes un hogar “luminoso y alegre “. Por tanto, la primera misericordia, la primera comprensión, es siempre con el esposo. También en la calle, pero sobre todo en casa. Ojo con eso de “ser luz en la calle y oscuridad en casa”.
Especialmente con el esposo (a), cuando parece estar más alejado de Dios y del hogar.
Cuanto menos se merece, más me necesita el Señor para llevarlo a la luz. El empeño de Dios es siempre rescatar, salvar, redimir.
Aterrizando en la vida matrimonial, fijémonos en este dialogo de unos esposos con unos tutores que les ayuda a mejorar su relación de pareja; Martín (habla a solas con el Tutor): Laura es muy pesada.
Todo el día pidiéndome que rece, quiere que haga todo lo que ella hace. Y después no se comporta nada bien en casa.
Con los demás pone voz de muy santa, pero en casa está insoportable.
Tutor: Martín, ella está luchando por mejorar. ¡Reza tanto para que el Señor le dé fuerzas!. Y a ti te vendría bien dejarte influir por ella en ese sentido. Yo lo he hecho, y mi esposa me ha ayudado a entrar en una dimensión espiritual que yo desconocía y es mucho más grande que vivir para trabajar, educar a los hijos y hacer las tareas del hogar. Nuestra vida tiene ahora un sentido mucho más grande, más trascendental, y te lo estás perdiendo. No vayas contra tu esposa, únete a ella y aprende.
Laura (a solas con la Tutora): Jaime no reza nada. Estoy cansada de tirar de él. No le interesan las cosas de Dios.
Tutora: Y tú ¿Qué rezas?
Laura: Laudes, alguna novena que toque en el momento, el Ángelus, la Coronilla de la Misericordia, voy a Misa, al Santísimo cuando puedo… y por las noches el Evangelio una hora. También escucho los vídeos y rezo las oraciones que envían por los grupos de oración de WhatsApp.
Tutora: Veo que estás enamorada del Señor.
Laura: Sí, le amo con todas mis fuerzas.
Tutora: Eso está muy bien. Pues el Señor quiere que, ante todo, no te creas mejor que tu esposo porque rezas más, sino que le ames más, para que se convenza de que tu camino de oración es bueno para él. Toda tu oración tiene que tener un objetivo final: Coger fuerzas para amar más a Jaime. ¿De acuerdo?
Laura: De acuerdo. Si eso es lo que quiere el Señor, eso haré.
(Laura dejó de hacer algunas de las oraciones que hacía, pero se esforzó más por amar a su esposo y así agradó a Dios. Su esposo está ahora mucho más abierto a buscar a Dios).
Los esposos tienen que hacerse uno, a base de pensar el uno en el otro, ser el uno para el otro. Porque eso son, realmente, para Dios.
Si hacemos de Cristo nuestra primera prioridad es para donarnos al otro, para servir al otro, cargar con las culpas de los otros, no quejarse, no reclamar, buscar el bien de los demás a costa de su sufrimiento… Gracias Señor por reorientar nuestros caminos hacia el amor, que es el fundamento de nuestras vidas.
+Monseñor Don Samuel G. T.
Párroco de San Ginés de Padriñán
