Palabra del Señor.

Jesús oraba y su oración impresionaba a sus discípulos. Una breve oración de acción de gracias que nace de la vida, no solo de Jesús, sino también de todos nosotros que tenemos la mismas experiencias de Jesús.

-...“has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños”.
Sí, los sabios y entendidos no están excluidos de la fe, por supuesto. Pero, la gloria de Dios exige la fe, y la fe no es un privilegio de sabios y entendidos, por eso muchos contemporáneos suyos, que habían crecido con el, - de su propia tierra y casa podríamos decir -, no lo aceptan.
Es el rechazo que Jesús vivió en el transcurso de su ministerio en Galilea, no sólo por parte de los orgullosos escribas y fariseos, sino por parte de aquellos que habían crecido con él.

Por otra parte, queda de manifiesto la unidad intima de Jesús con el Padre y el Espíritu. “Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Jesús nos invita a entrar en esa intimidad, que hará fácil la carga y llevadero el yugo, porque ya no estaremos solos. La vida nuestra, con todas sus experiencias dolorosas y gozosas, con sus incomprensiones y rechazos, con sus sombras y luces, aceptadas y vividas en la intimidad con Jesús, ya no serán tan onerosas, ni tan dolorosas, por que el señor las hará suaves y ligeras porque ya no son mías, son, también, de Jesús, del Padre y del Espíritu.

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera»”.
Estas frases del Señor, son de las mas alentadoras y atrayentes que hay del Nuevo Testamento. Pero para quienes? Para los humildes y sencillos. Ahí queremos estar nosotros. Sí, el Señor nos repite: “Vengan a mi”.

Sí, los sencillos, los que confían como niños, los que aceptan las enseñanzas de Jesús, mientras que los sabios (escribas y fariseos) las rechazan. Solo a los que están abiertos a crecer, les es posible aceptar la revelación, y es muy difícil aceptarla para los soberbios y arrogantes.

Ciertamente para los judíos, el “yugo” era el símbolo de la Ley (Torá), que era un peso tan grande que ni aun los líderes religiosos cargaban.

Jesús, el Maestro de la Nueva Ley, invita a todos a cargar un yugo más ligero que está basado en el amor y la sabiduría y no en legalismo que enseñaban los escribas y fariseos. (cf. Eclo. 51:23-26).

Quizás podríamos terminar preguntarnos:
  • ¿Cargo algún “yugo” que me tiene aplastado y agobiado?
  • ¿Qué puedo hacer para encontrar descanso en Jesús?
  • ¿Busco ser de los preferidos de Dios: los humildes y sencillos?

+Monseñor Don Samuel G. T.
Párroco de San Ginés de Padriñán


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