Domingo IV Adviento B

Monición de entrada.

Hoy, en vísperas de la gran fiesta del nacimiento del Salvador, nuestra esperanza se hace plegaria, y con el profeta Isaías decimos: «Cielos destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia». (La cercanía de la Navidad nos recuerda que hemos de esperar al Señor como lo hicieron la Virgen María y San José; con este propósito encendemos el cuarto cirio de la Corona de adviento).

Acto penitencial

- Tú. que viniste al mundo para salvarnos: Señor, ten piedad. R/.

- Tú. que nos visitas continuamente con la gracia de tu Espíritu: Cristo, ten piedad. R/.

- Tú. que vendrás un día a juzgar nuestras obras: Señor, ten piedad. R/.

Oración colecta

DERRAMA, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que, quienes hemos conocido, por el anuncia del ángel, la encarnación de Cristo, tu Hijo, lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura del segundo libro de Samuel. 2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a.16

CUANDO el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda». Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo». Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre”». Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 (R/.: Cf. 2a))

V/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dijiste: «Tu misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

V/. «Sellé una alianza con mí elegido, jurando a David, mi siervo:

Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades». R/.

V/. «Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”.

Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. Rom 16, 25-27

HERMANOS: Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios.

Aleluya Lc 1, 38

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. R/.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 1, 26-38

EN aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.

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