Ha de venir... ¡Ven Señor Jesús!"

La expresión “los inscritos en el libro”, del profeta Daniel podría referirse no solo a los que soporten los malos tiempos próximos, sino también a todos aquellos que conozcan y acepten los nuevos tiempos, los mesiánicos. Además, el texto sostiene que “los que enseñaron a muchos la justicia”, esto es, el camino de Dios, “brillarán toda la eternidad”. Es una buena invitación a conocer los caminos del Señor.
A formarnos bien para poder razón de nuestra esperanza como enseña Sa. Pablo. Y luego tener la valentía de hablar de Jesús Salvador a quienes nos rodean empezando por nuestro hogar.

La afirmación fundamental de la perícopa es la aparición del “Hijo del hombre”. El Hijo del hombre es Jesús nuestro Redentor y también nuestro Juez. No debemos olvidar esto. Por esos que bueno es hacer examen cada día, para ver las cuentas que debemos dar al Señor. Si cada día experimentamos el juicio misericordioso del Señor en el examen de conciencia, en el Juicio definitivo llevaremos las de ganar. Volveremos a encontrarnos con aquel que cada noche veló nuestro sueño después de llevar su consuelo misericordioso a nuestro corazón.

La vigilancia es una actitud ante lo que se le viene encima al mundo, y a cada uno de nosotros.

La vigilancia nunca está de más. No sabemos ni el día ni la hora. Mejor es estar siempre dispuestos: “Señor cuando quieras, como quieras y donde quieras”. Lo de más nadie lo sabe.

Para quienes tienen la mirada puesta en las próximas horas como máximo, les resulta verdaderamente incómodo plantearse perspectivas de futuro. Lo que preocupa es lo inmediato. Y todo lo que no sea eso es complicarse por qué, ¡ya llegará!, dicen. ¿Y si te llega sin prepararte? La mirada hacia el mañana, que para muchos ofrece incertidumbre e inseguridad, por eso más vale estar siempre preparados. Estos tiempos además son muy buenos, porque son los tiempos de Dios. Para el alma que se esfuerza en seguir a a Jesús de cerca, no le importan los tiempos porque siempre serán los del Señor. “En la Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el carácter escatológico de sus peticiones. Es la oración propia de los “últimos tiempos”, tiempos de salvación que han comenzado con la efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la Vuelta del Señor. Las peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvación ya realizado, de una vez por todas, en Cristo crucificado y resucitado” “Cristo, Dios nuestro e Hijo de Dios, la primera venida la hizo sin aparato; pero en la segunda vendrá de manifiesto. Cuando vino callando, no se dio a conocer más que a sus siervos; cuando venga de manifiesto, se mostrará a buenos y malos. Cuando vino de incógnito, vino a ser juzgado; cuando venga de manifiesto, ha de ser para juzgar. Cuando fue reo, guardó silencio, tal como anunció el profeta: ``No abrió la boca como cordero llevado al matadero''. Pero no ha de callar así cuando venga a juzgar. A decir verdad, ni ahora mismo está callado para quien quiera oírle” (San Agustín, In Ps 49, Serm 18). Anunciándonos el Juicio al final de los tiempos, Jesús nos invita a dejarnos juzgar ahora por su Evangelio.

Ya estamos a un domingo de concluir el ciclo litúrgico. De hecho, el próximo domingo celebraremos la fiesta de Cristo Rey del Universo con lo cual se cierra el año, para reabrirse el siguiente domingo con el primer domingo de Adviento, el tiempo para prepararnos a la Navidad.

Por tal motivo este domingo se nos presenta un pequeño fragmento del discurso de Nuestro Señor Jesucristo sobre el fin del mundo. Para quienes carecen de toda esperanza con respecto a “la vida después de la vida” es común que hablar de la muerte sea de mal gusto porque, sobre todo cuando ocurre en la niñez y la juventud, se piensa que las personas aún no han tenido oportunidad de vivir.

Junto con la antipatía por la muerte también está la antipatía para hablar del fin del mundo.

Para nosotros los cristianos ciertamente no es un tema banal o para hacer bromas, el fin del amundo no es la aniquilación de la existencia humana sino la intervención definitiva y glorificadora de todos aquellos que, por su fe, su esperanza y su caridad han aceptado y hecho efectiva su participación en el Reino de los Cielos. Por supuesto que también implica, como en el Antiguo Testamento, un aspecto punitivo para todos aquellos que se dedicaron a echar a perder este mundo. Jesús nos enseña a vivir sabiamente y pre pararnos para este encuentro definitivo con Dios-

+ Monseñor D. Samuel García Tacón

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"