Haced lo que Él os diga

"Tú, al contrario, has reservado el vino bueno hasta ahora". A los que confían en el poder de Jesús y en la intercesión de la Virgen María, les espera el mejor vino, el del amor de Dios y la salvación eterna.

Al inicio de su vida pública Jesús acude con sus discípulos a una fiesta de bodas para bendecir y santificar con su presencia la celebración del amor humano.
«¿Y qué tiene de extraño que fuera a aquella casa donde se celebraban las bodas Aquel que vino al mundo a celebrar las suyas?», comenta San Agustín al reflexionar sobre este pasaje del evangelio.

Esta pareja incluye a Dios y a María en su proyecto de vida matrimonial. Se ve que Jesús trata de darnos un paradigma de la verdadera vida de hogar, de familia, de todos los que tienen vocación matrimonial.

En estas bodas, que probablemente duraban varios días a causa de los desplazamientos, puede terminar faltando el vino y armarse el desastre. Faltar el vino es una verdadera tragedia para unos novios, mal empiezan. Pues en esta que estamos comentando, falta el vino. “¡Qué desastre! «¿Cómo es posible celebrar la boda y hacer fiesta si falta aquello que los profetas indicaban como un elemento típico del banquete mesiánico?, así comentaba el evangelio de hoy el Papa Francisco.

Vemos como este detalle cotidiano, pero importante para todos, no pasa desapercibido a la intuición femenina y práctica de María, acostumbrada a centrar su atención e interés en los demás. Esta si es una madre. Es la Madre de Jesús y madre nuestra. Si faltare el vino en nuestra vida ya sabemos a quien recurrir. Inmediatamente piensa en sus Hijo. Ella siempre nos lleva a Jesús. Con gran pillería de madre y con una enorme fe, reúne a los sirvientes y se atreve a apelar en público a la condición divina de Jesús. Esto escribe San Josemaría, en Camino, al meditar sobre este hecho: “No tienen vino”. - “Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. -Y cómo logra. -Aprende”.

Nuestra Madre sabe tocar siempre, no solo en este momento, el corazón de su Hijo, el corazón de Dios. Es la nueva Eva, la nueva Madre, de todos los vivientes por Cristo. Por eso el Señor le dice “Mujer”. Esta mujer no duda, como dudo Eva, abriendo la puerta al maligno y mentiroso. Ella, María, confía plenamente en su hijo, en Dios, en la promesa de salvación que Dios anunció en el Génesis, y logra el milagro. No nos desesperemos nunca.

Llamemos a María, Ella siempre logra sacarnos de la miseria de nuestros pecados, de nuestra debilidad.

Con esta seguridad María actúa. “Dijo su madre a los sirvientes: -Haced lo que él os diga”. Maravilloso testamento el de nuestra Madre en las ultimas palabras que son recogidas en los evangelios. Son como un legado materno para todos los hombres.

Pero además Jesús admite la colaboración del hombre. También lo hará en la multiplicación de los panes y peces.; y en la pesca milagrosa, etc.

Cuando somos generosos y ponemos los medios a nuestro alcance: “llenad de agua las tinajas y las llenaron hasta arriba”, Dios bendice con su acción santificadora y transforma la tarea humana en obra divina, en signo de su amor para beneficio de todos, como comenta San Josemaría en una de sus cartas “Y lo más vulgar se convierte en extraordinario, en sobrenatural, cuando tenemos la buena voluntad de atender a lo que Dios nos pide”.

+Monseñor D. Samuel G. T.



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