Queridos hermanos y hermanas:
San Juan, de modo más amplio que los otros evangelistas y con un estilo propio, nos ofrece en su evangelio los discursos de despedida de Jesús, que son casi como su testamento y síntesis del núcleo esencial de su mensaje. Al inicio de dichos discursos aparece el lavatorio de los pies, gesto de humildad en el que se resume el servicio redentor de Jesús por la humanidad necesitada de purificación. Al final, las palabras de Jesús se convierten en oración, en su Oración sacerdotal, en cuyo trasfondo, según los exegetas, se halla el ritual de la fiesta judía de la expiación. El sentido de aquella fiesta y de sus ritos -la purificación del mundo, su reconciliación con Dios-, se cumple en el rezar de Jesús, un rezar en el que, al mismo tiempo, se anticipa la pasión, y la transforma en oración. Así, en la Oración sacerdotal, se hace visible también de un modo particular el misterio permanente del Jueves santo: el nuevo sacerdocio de Jesucristo y su continuación en la consagración de los apóstoles, en la participación de los discípulos en el sacerdocio del Señor. De este texto inagotable, quisiera ahora escoger tres palabras de Jesús que pueden introducirnos más profundamente en el misterio del Jueves santo...