Desde muy pequeña, Teresita tuvo claras dos cosas: que tenía miedo a la oscuridad y que le espantaba la mentira. De esas dos cosas, siempre intentaba huir. Era una niña muy inquieta, sobre todo por dentro, donde tenía lugar su aventura más interesante: la amistad con Jesús.
A veces imaginaba que sería monja. Cuando tenía 9 años, fabricó con las cortinas de su cuarto una especie de “celda” para hablar a solas con Dios, imitando las que tienen las monjas en los conventos.
A veces imaginaba que sería monja. Cuando tenía 9 años, fabricó con las cortinas de su cuarto una especie de “celda” para hablar a solas con Dios, imitando las que tienen las monjas en los conventos.