Diez días después de la Ascensión, "estando todos reunidos en un mismo lugar", el Espíritu Santo descendió, de modo visible, sobre aquellos hombres y mujeres reunidos en torno a la Madre de Jesús; que quedaron llenos del Espíritu de Dios y comenzaron a anunciar, en nombre de Cristo, la salvación y el perdón de los pecados.
Veinte siglos más tarde, también hoy desciende el Espíritu Santo sobre nosotros.