La Cuaresma es un tiempo especialmente propicio para que dirijamos nuevamente nuestros pasos por los caminos de nuestro interior cuando estamos invadidos por cuidados, inquietudes, expectativas y deseos de todas clases, tan repletos de imágenes producidas por el vivir de cada día. Se nos pide vigilancia y con ella escuchar la voz que nos habla desde lo más íntimo del alma. En el fondo no vemos nada más que nuestra propia imagen y somos incapaces de percibir la verdad, la belleza y la bondad de Dios.
+Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela
Mas información: Carta Pastoral 2010, Santiago