La Peregrinacion a Santiago

Peregrinar es un rito común a la inmensa mayoría de las religiones, aunque la concreción del rito dependa de la concepción de Dios, del hombre y del mundo que tiene cada credo religioso.

Si nos centramos en la tradición religiosa de la que fluye el cristianismo, estamos en grado de afirmar que la Biblia es el testimonio escrito de una peregrinación que marca el camino del hombre hacia la felicidad: destino para el que Dios le ha creado. Abraham es un peregrino errante a la búsqueda del destino que Dios le ha anunciado. Peregrina Jacob, el gran patriarca. El pueblo de Israel se libera de la esclavitud del Faraón, y se forja como pueblo, peregrinando. Los Apóstoles, y sobre todo Santiago, anuncian la Buena Noticia de Jesús, liberación definitiva de los obstáculos -insalvables para el hombre- que le impiden ser feliz, peregrinando por todo el mundo entonces conocido.

Cuando los cristianos europeos ven amenazada su fe por el imparable avance del Islam, se afirman en ella peregrinando hacia el recién descubierto Sepulcro del Primer Peregrino cristiano de Occidente: Santiago “el Trueno”, mote que le puso el mismo Jesús, el Salvador.


¿Para qué?

1. Para comprometerse con su fe y ser más coherentes con ella.

2. Para manifestar a todos públicamente que creían en la herencia de Santiago, que no era otra que cumplir el encargo de Jesús de Nazaret: anunciar a todos que el hombre ya puede ser feliz.

3. Para convertir su corazón de los valores derivados del orgullo y el egoísmo, a los del amor, e invitar a los demás a hacer lo mismo.

Así crearon una ruta en la que continuamente quedaba de manifiesto el amor y solidaridad de una sociedad con la que el peregrino se encuentra al hacer el Camino. Ésta influye en el peregrino y éste en ella. Así caminando, hicieron el Camino de Santiago.


Peregrinos Cristianos

El fenómeno de formación del Camino de Santiago comenzó en la primera mitad del siglo IX: pocos años después del hallazgo de la Tumba Apostólica, ocurrido hacia el año 829. Este acontecimiento ocurre cuando Europa ve peligrar su identidad y su cultura, (ambas basadas en una fe común) por el avance del Islam, que llega a invadir España y parte de Francia, y el Adopcionismo, doctrina patrocinada por Elipando, Arzobispo de Toledo que buscaba rebajar la fe cristiana para hacerla compatible con los nuevos invasores. La noticia, dada a todos por el Obispo de Iria, Teodomiro, y por el rey Alfonso II el Casto, desata un movimiento en toda Europa, que busca manifestar la solidaridad con la herencia del Apóstol Santiago.

Los siglos XII y XIII fueron los Siglos de Oro de la peregrinación a Santiago. El Renacimiento y la Reforma se vieron acompañados por ataques al fenómeno santiaguista, quizá efecto de la lógica reacción pendular siempre presente en los momentos de cambio, pero el fenómeno siguió en pie aunque sin tanta espectacularidad como la que tuvo en el medioevo. La Bula de León XIII Deus Omnipotens significó un nuevo impulso que fue yendo a más durante el siglo XX.

Era de temer que la aparición de los medios mecánicos de transporte tendiesen a llevar la peregrinación al terreno del turismo más o menos religioso. Aunque esto ha ocurrido y, en nuestro caso se ha visto favorecido por la relevancia histórica y artística de Santiago, la peregrinación tradicional, dejando de lado los medios mecánicos, ha vuelto a crecer notablemente. Desde los 1.245 peregrinos a pie y en bicicleta, registrados en 1985, hasta 145.877 que llegaron en 2009, hay un aumento espectacular. Lo mismo observamos en los AÑOS SANTOS. De los 99.436 del 1993 se pasó a 179.944 en el 2004.

 ¿Que es?

La expresión “peregrino” de suyo ha tenido un sentido amplio, como “extranjero”, y en este significado aparece numerosas veces. Con la peregrinación a Santiago tomó un sentido más preciso. Así Dante, en Vita Nuova, 40: “Peregrino” por antonomasia es el que va a Santiago. Son palmeros los que van a Tierra Santa, romeros los que van a Roma; “por peregrino en sentido estricto, no se entiende sino el que va hacia la casa de Santiago o vuelve de ella”.En la Divina Comedia, en el Paraíso, señalando al Apóstol Santiago, dice…” ecco il varone per cui laggiù si visita Galizia” (Divina Comedia 25,15). Ser peregrino es dirigirse a la Tumba de Santiago de Compostela. Y es hacerlo con sentido de “pietatis causa”, es decir, con un sentido cristiano o, al menos, con alguna intención religiosa.

En toda peregrinación hay que tener en cuenta, sobre todo, los siguientes elementos: a) la motivación; b), el Camino y c) la Meta.

La motivación, tratándose de peregrinar a Santiago, es dirigirse a la Tumba de un Apóstol de Jesucristo; alguien que estuvo en relación personal y en contacto con Él: de Él aprendió el Mensaje de Salvación, convivió durante tres años por lo caminos de Palestina con las circunstancias de vivir en el tiempo y en el contexto de su inserción terrena. Los apóstoles son los responsables de la transmisión de la fe original recibida de Jesucristo. Por ello una Tumba Apostólica tiene una significación única en la Iglesia.

Es la motivación lo que hace a uno ser o no ser peregrino. Unos lo hacen con profundo sentido religioso y de penitencia para llegarse a las raíces apostólicas de la fe, otros en búsqueda de un encuentro con la fe, tal vez por primera vez, o acaso para recuperar, después de un tiempo de abandono, la fe perdida…. Las diferentes actitudes pueden tener el mismo fondo en la intención. Y es la intención la que constituye a uno en peregrino.

El peregrino suele recibir la bendición de Dios para hacer este difícil camino antes de partir. Así la expresa el Codex Calixtinus del siglo XII:( L.I, cap.17)

“En nombre de nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación, para que castigado y enmendado te apresures en llegar a los pies de Santiago, a donde ansías llegar, y para que después de haber hecho el viaje, vuelvas al lado nuestro con gozo, con la ayuda de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.”
 
“Recibe este báculo que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago, y después de hecho el viaje, volver junto a nos con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.”


La Compostela

Desde que la peregrinación a la Tumba de Santiago, surgida espontáneamente a lo largo de los siglos IX y X, se institucionalizó adquiriendo determinadas consideraciones sociales y religiosas, fue necesario acreditar haberla cumplido. Para ello, primero, se utilizaron las insignias que se adquirían únicamente en Santiago consistentes en la venera o concha de vieira.

Es fácil deducir la facilidad de falsificar esta rudimentaria certificación. Falsificación que se dio efectivamente, obligando a los prelados de Compostela y al mismísimo Papa a decretar penas de excomunión contra los falsificadores. Más eficaz, por ser más difíciles de falsificar, fueron las llamadas cartas probatorias, que ya se expedían en el siglo XIII. Estas cartas son el origen directo de La Compostela. En el siglo XVI los Reyes Católicos constituyeron la Fundación del Hospital Real y para él hicieron construir el edificio que hoy ocupa el Hostal de los Reyes Católicos, convertido el año 1954 en hotel de gran lujo. Los peregrinos al presentar La Compostela, adquirían el derecho a ser hospedados gratuitamente durante tres días. Las necesidades sanitarias de los peregrinos convirtieron a la institución, tras las necesarias ampliaciones, en el hospital mas importante de Galicia y, más tarde, en sede de la famosa escuela médica compostelana.

La aparición de los vehículos a motor y, ya en nuestro siglo, la popularización del turismo, significó una cierta crisis para la peregrinación. El esfuerzo y sacrificio en expiación de los pecados que hasta este momento significó la peregrinación, dejaban el paso a una actividad placentera y agradable en que emplear las vacaciones. Las autoridades civiles en otros santuarios comenzaron a expedir certificados de estas visitas imitando a La Compostela. (Tal es el caso de Tierra Santa, donde expide un certificado el Ministerio de Turismo israelí.). Gracias a Dios el Cabildo de la Iglesia Metropolitana de Santiago siguió expidiendo el certificado y reclamando, aunque con escaso éxito, el cumplimiento del deber fundacional por parte del hoy Hostal de los Reyes Católicos. No obstante, la Catedral actualmente limitó la “Compostela” a aquellos que acuden a la Tumba del Apóstol por motivo religioso y a pie, en bicicleta o a caballo. Para ello se exige haber recorrido como mínimo los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo o también los últimos 200 en bicicleta, quedan excluidas, por tanto, otras formas de desplazamiento para acceder a la Compostela, excepto cuando se trate de discapacitados que pueden venir en silla de ruedas sin motor.

La traducción al idioma español del texto dice así:

    El Cabildo de esta Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral Compostelana custodio del sello del Altar de Santiago Apóstol, a todos los Fieles y peregrinos que llegan desde cualquier parte del Orbe de la Tierra con actitud de devoción o por causa de voto o promesa peregrinen hasta la Tumba del Apóstol, Nuestro Patrón y Protector de las Españas, acredita ante todos los que observen este documento que: D. …………… ha visitado devotamente este sacratísimo Templo con sentido cristiano (pietatis causa).

    En fe de lo cual le entrego el presente documento refrendado con el sello de esta misma Santa Iglesia.

    Dado en Santiago de Compostela el día………mes……………año del Señor……….

    El Canónigo Diputado para los Peregrinos




Enlaces Parroquiales

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