Peregrinos de la Fe y testigos de Cristo Resucitado.
CARTA PASTORAL DEL ARZOBISPO DE SANTIAGO EN EL AÑO SANTO COMPOSTELANO 2010.
1. Segundo Año Compostelano del tercer milenio.
“Cada año es mayor el número de peregrinos que se ponen en camino a la Tumba del Apóstol Santiago el Mayor, siendo la peregrinación, entre otras realidades, alegoría de la Iglesia, pueblo de Dios, que camina hacia la “ciudadanía de los santos”.
En el Año Santo de 1999 me propuse acompañar al peregrino jacobeo en su reflexión espiritual con la pastoral Peregrinar en espíritu y en verdad y en el de 2004 con la pastoral Peregrinos por gracia. En este segundo Año Santo Compostelano del Tercer Milenio del Cristianismo que celebraremos el 2010, traigo a la memoria el relato de los discípulos de Emaús que nos refieren su encuentro con Cristo resucitado. También, desde su Tumba, el Apóstol Santiago, el “amigo del Señor”, nos transmite el mensaje de que Cristo vive y, por tanto, el peregrino ha de dar este testimonio, sabiendo que la amistad con el Señor garantiza la fecundidad de la misión de la vida cristiana: “Os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer… Y os he puesto para vayáis y deis fruto y que vuestro fruto sea permanente” (Jn 15,15-16), les dijo Jesús a sus apóstoles. Peregrino con vosotros, ofrezco esta reflexión desde la fe con la conciencia de saber que el Señor sale también a nuestro encuentro, nos ilumina con su presencia y su palabra, y nos libera de todo miedo.
Con esta esperanza, agradeciendo este privilegio concedido a la Iglesia particular de Santiago de Compostela por la Iglesia “más grande y más antigua conocida por todos; fundada y constituida en Roma por los dos gloriosos apóstoles Pedro y Pablo”, comunico la celebración del segundo Año Santo Jacobeo del tercer milenio a mis diocesanos y a los de las diócesis hermanas de España, de Europa y de otros continentes, invitándoles a peregrinar a la Tumba del Apóstol para confesar la fe en Cristo Resucitado y recibir la abundancia de la misericordia divina como manifestación del amor de Dios por el hombre concreto. Es un acontecimiento de gracia que queremos celebrar y compartir con todas las Iglesias particulares, cuidando que no se desvirtúe el sentido del Camino de Santiago, como camino de perdón, por otras motivaciones ajenas a su dinamismo espiritual, que la Peregrinación Jacobea que se hace “por penitencia” recorriendo los caminos de la acusación de los pecados, del perdón de las ofensas de nuestro prójimo, de la oración, de la limosna y de la humildad, se viva con espíritu de conversión, y que el Año Santo nos sirva para revitalizar nuestra vida cristiana como vocación a la eternidad y a la santidad, pidiendo al Señor con la intercesión del Apóstol Santiago, “varón por quien se visita Galicia” , que en el encuentro de los peregrinos con la tradición apostólica, meta de alegría, resuene la esperanza”.
Así comienza la Carta Pastoral del Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, una carta que se convierte en su “programa” pastoral para preparar y vivir el Año Santo 2010. La carta se divide en siete capítulos y una introducción:
Introducción: En ella comunica la celebración del segundo Año Santo Jacobeo del Tercer Milenio e invita directamente a peregrinar a la Tumba del Apóstol Santiago. Asimismo, indica el hilo conductor de su carta, el relato evangélico del Camino de Emaús, y lo relaciona ya con el Camino de Santiago.
I. La Resurrección, fundamento y meta en la peregrinación cristiana: En este capítulo, Mons. Julián Barrio hace un paralelismo entre el peregrino cristiano y los peregrinos de Emaús invitando al compromiso del peregrino jacobeo.
II. Alimento espiritual del peregrino: tras esta relación anterior del cristiano con los de Emaús, el Sr. Arzobispo recorre las bases espirituales de todo cristiano, que se acentúan con el peregrino del Camino de Santiago. La fe, la oración, la Eucaristía, la comunidad y la realidad del pecado y del perdón son aspectos que se desarrollan con claridad.
III. La peregrinación, acontecimiento evangelizador y respuesta a la llamada en el Camino: en este aspecto, Mons. Barrio asegura que “necesitamos no sólo maestros sino sobre todo testigos de la fe”. Este es el capítulo en el que se invita al testimonio y a confesar la fe.
IV. El peregrino y su participación en la vida del Resucitado: siguiendo a los peregrinos de Emaús, la meta de la peregrinación se convierte en una experiencia de encuentro con Cristo Resucitado.
V. El testimonio y la experiencia comunitaria de la fe: “Alcanzada la meta de su peregrinación a la Tumba del Apóstol Santiago como encuentro con la Tradición Apostólica y como renovación de vida, los peregrinos jacobeos, como los peregrinos de Emaús, han de volver a la comunidad familiar, al lugar de trabajo y a la parroquia, siendo testigos de lo que han visto, oído y vivido con el convencimiento de que la historia definitiva de la persona humana no se agota en la finitud”.
VI. Peregrinación y misión del cristiano: En este capítulo, se indica que el peregrino, transformado en hombre nuevo por esta experiencia interior del Camino de Santiago, ha de sentir la urgencia a transformar la sociedad con sus actitudes cristianas y su visión católica.
VII. La peregrinación jacobea hoy: “Celebramos el Año Santo Jacobeo 2010, el segundo del tercer milenio y en los tiempos de la llamada transmodernidad. Es el Año Santo 119 en la historia de los Años Santos Compostelanos. En una época como la actual marcada por el desasosiego humano y la incertidumbre dramática que generan la insolidaridad, la violencia y el terrorismo, y también por el malestar de una cultura que trata de diluir la dimensión religiosa del hombre, proceso este que va acompañado por la realidad de la despersonalización que estamos padeciendo, cabe preguntarse si todavía puede haber lugar para el contenido doctrinal y espiritual, permanente y genuino, de esta celebración, una de cuyas manifestaciones más cabales es la peregrinación. Si analizamos los datos estadísticos disponibles de la peregrinación jacobea, podemos constatar que en los últimos veinticinco años la evolución del número peregrinos ha ido siempre en aumento. Anticipándose proféticamente a lo que sucedería en la última década del siglo pasado, los Obispos del Camino de Santiago en su Carta Pastoral en 1988 se hacían eco de este florecimiento cuando escribían: “El Camino de Santiago que conduce a la Tumba del apóstol Santiago, en la ciudad que lleva su nombre, Santiago de Compostela, en el Finisterre galaico, desde los puntos más diversos de España y de Europa ha vuelto a cobrar inusitada actualidad en los últimos años. El número de peregrinos que lo recorren al tradicional estilo de la venerable peregrinación medieval, junto a aquellos que lo hacen valiéndose de los medios modernos de locomoción, crece constantemente”.
2. CARTEL
El cartel ha sido realizado por la empresa Enxeño Galicia para la Archidiócesis de Santiago de Compostela. Explicación del cartel por Modesto Gómez, director de Exeño Galicia:
Imaginamos el camino como un crisol de gentes que, con su multiplicidad de colores, peregrinan de la mano hacia una meta.
Imaginamos un destino y dibujamos la Quintana por su esencia peregrina: por su dintel de reconciliación, antesala del abrazo que nos permite abrirnos en el Obradoiro al mundo de la Gloria.
Imaginamos un estilo y decidimos componer un mural capaz de simbolizar la pluralidad del camino: redondeado en la base y de líneas ascendentes en la cúspide; colorista en su origen, en tanto que sobrio y lleno de aire en la mitad superior; cromático al tiempo que limpio; adornado con un esquema visual que facilita la interpretación de tres partes diferenciadas que se intersecan con naturalidad: la representación mundana, llena de vida y color, caracterizada por la multitud peregrina; la espiritual, propiciada en esa mezcla etérea de claroscuros y encumbrada por la silueta de la cruz; y un plano central en el que la catedral se representa como meta del Camino.
Difuminando las torres del Obradoiro en un plano cenital imaginario, resaltamos la visión de la Quintana como Plaza con la presentación de la Torre del Reloj y la Puerta Santa en una composición de líneas sobrias y grises adornadas por trazos coloristas y redondeados de especial protagonismo…
En la puerta tres son los elementos que destacan: por un lado las efigies, que humanizan la piedra. Y por otro, conformando un eje central, dos representaciones del apóstol. Como no podía ser de otra forma, tratándose de la Quintana, plaza de vivos y muertos, un apóstol yacente, que es la luz que guía al final del camino, se eleva sobre la puerta en su hornacina como un testigo de Cristo vivo y peregrino que, como buen anfitrión, nos aguarda en su casa.
A su derecha, la torre del reloj se erige como un faro de esperanza, símbolo de tres elementos esenciales: la claridad, la llamada y el tiempo. Es la torre más simbólica del templo. En ella se representan, en orden descendente, un destello de esperanza que emana de su luz de guía; una llamada perenne a la conversión que resuena en cada "badalada" de la Berenguela; y un suave discurrir de las horas al compás de las agujas de un reloj que evoca nuestra vida y nuestra historia. En la base hemos querido asentar un moderno, sencillo y esclarecedor logotipo: desde la era romana hasta nuestros días, Iglesia y Peregrinos, de la mano de la cruz y la vieria, iconos de Jesús y Santiago, peregrinan guiados por la luz de Cristo, caminando juntos, de la mano de la fe, desde hace 2010 años.
3. AVANCE DE ACTIVIDADES
1. PEREGRINACIÓN a Santiago de la CRUZ de la JORNADA MUNDIAL de la JUVENTUD (Del 3 al 8 de agosto de 2010).
A comienzos del Año Santo extraordinario de la Redención en Roma, celebrado entre 1983 y 1984, Juan Pablo II decidió poner en la Basílica de San Pedro una gran cruz de madera de dos metros. Al finalizar este año conmemorativo el Papa entregó esta cruz a los jóvenes del Centro San Lorenzo diciendo: “Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”. Pero el mismo Papa dispuso que se hiciera una copia de la Cruz, una se encuentra en el Centro San Lorenzo, de manera permanente, la otra peregrina por los cinco continentes.
En el Año Santo de 1999 me propuse acompañar al peregrino jacobeo en su reflexión espiritual con la pastoral Peregrinar en espíritu y en verdad y en el de 2004 con la pastoral Peregrinos por gracia. En este segundo Año Santo Compostelano del Tercer Milenio del Cristianismo que celebraremos el 2010, traigo a la memoria el relato de los discípulos de Emaús que nos refieren su encuentro con Cristo resucitado. También, desde su Tumba, el Apóstol Santiago, el “amigo del Señor”, nos transmite el mensaje de que Cristo vive y, por tanto, el peregrino ha de dar este testimonio, sabiendo que la amistad con el Señor garantiza la fecundidad de la misión de la vida cristiana: “Os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer… Y os he puesto para vayáis y deis fruto y que vuestro fruto sea permanente” (Jn 15,15-16), les dijo Jesús a sus apóstoles. Peregrino con vosotros, ofrezco esta reflexión desde la fe con la conciencia de saber que el Señor sale también a nuestro encuentro, nos ilumina con su presencia y su palabra, y nos libera de todo miedo.
Con esta esperanza, agradeciendo este privilegio concedido a la Iglesia particular de Santiago de Compostela por la Iglesia “más grande y más antigua conocida por todos; fundada y constituida en Roma por los dos gloriosos apóstoles Pedro y Pablo”, comunico la celebración del segundo Año Santo Jacobeo del tercer milenio a mis diocesanos y a los de las diócesis hermanas de España, de Europa y de otros continentes, invitándoles a peregrinar a la Tumba del Apóstol para confesar la fe en Cristo Resucitado y recibir la abundancia de la misericordia divina como manifestación del amor de Dios por el hombre concreto. Es un acontecimiento de gracia que queremos celebrar y compartir con todas las Iglesias particulares, cuidando que no se desvirtúe el sentido del Camino de Santiago, como camino de perdón, por otras motivaciones ajenas a su dinamismo espiritual, que la Peregrinación Jacobea que se hace “por penitencia” recorriendo los caminos de la acusación de los pecados, del perdón de las ofensas de nuestro prójimo, de la oración, de la limosna y de la humildad, se viva con espíritu de conversión, y que el Año Santo nos sirva para revitalizar nuestra vida cristiana como vocación a la eternidad y a la santidad, pidiendo al Señor con la intercesión del Apóstol Santiago, “varón por quien se visita Galicia” , que en el encuentro de los peregrinos con la tradición apostólica, meta de alegría, resuene la esperanza”.
Así comienza la Carta Pastoral del Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, una carta que se convierte en su “programa” pastoral para preparar y vivir el Año Santo 2010. La carta se divide en siete capítulos y una introducción:
Introducción: En ella comunica la celebración del segundo Año Santo Jacobeo del Tercer Milenio e invita directamente a peregrinar a la Tumba del Apóstol Santiago. Asimismo, indica el hilo conductor de su carta, el relato evangélico del Camino de Emaús, y lo relaciona ya con el Camino de Santiago.
I. La Resurrección, fundamento y meta en la peregrinación cristiana: En este capítulo, Mons. Julián Barrio hace un paralelismo entre el peregrino cristiano y los peregrinos de Emaús invitando al compromiso del peregrino jacobeo.
II. Alimento espiritual del peregrino: tras esta relación anterior del cristiano con los de Emaús, el Sr. Arzobispo recorre las bases espirituales de todo cristiano, que se acentúan con el peregrino del Camino de Santiago. La fe, la oración, la Eucaristía, la comunidad y la realidad del pecado y del perdón son aspectos que se desarrollan con claridad.
III. La peregrinación, acontecimiento evangelizador y respuesta a la llamada en el Camino: en este aspecto, Mons. Barrio asegura que “necesitamos no sólo maestros sino sobre todo testigos de la fe”. Este es el capítulo en el que se invita al testimonio y a confesar la fe.
IV. El peregrino y su participación en la vida del Resucitado: siguiendo a los peregrinos de Emaús, la meta de la peregrinación se convierte en una experiencia de encuentro con Cristo Resucitado.
V. El testimonio y la experiencia comunitaria de la fe: “Alcanzada la meta de su peregrinación a la Tumba del Apóstol Santiago como encuentro con la Tradición Apostólica y como renovación de vida, los peregrinos jacobeos, como los peregrinos de Emaús, han de volver a la comunidad familiar, al lugar de trabajo y a la parroquia, siendo testigos de lo que han visto, oído y vivido con el convencimiento de que la historia definitiva de la persona humana no se agota en la finitud”.
VI. Peregrinación y misión del cristiano: En este capítulo, se indica que el peregrino, transformado en hombre nuevo por esta experiencia interior del Camino de Santiago, ha de sentir la urgencia a transformar la sociedad con sus actitudes cristianas y su visión católica.
VII. La peregrinación jacobea hoy: “Celebramos el Año Santo Jacobeo 2010, el segundo del tercer milenio y en los tiempos de la llamada transmodernidad. Es el Año Santo 119 en la historia de los Años Santos Compostelanos. En una época como la actual marcada por el desasosiego humano y la incertidumbre dramática que generan la insolidaridad, la violencia y el terrorismo, y también por el malestar de una cultura que trata de diluir la dimensión religiosa del hombre, proceso este que va acompañado por la realidad de la despersonalización que estamos padeciendo, cabe preguntarse si todavía puede haber lugar para el contenido doctrinal y espiritual, permanente y genuino, de esta celebración, una de cuyas manifestaciones más cabales es la peregrinación. Si analizamos los datos estadísticos disponibles de la peregrinación jacobea, podemos constatar que en los últimos veinticinco años la evolución del número peregrinos ha ido siempre en aumento. Anticipándose proféticamente a lo que sucedería en la última década del siglo pasado, los Obispos del Camino de Santiago en su Carta Pastoral en 1988 se hacían eco de este florecimiento cuando escribían: “El Camino de Santiago que conduce a la Tumba del apóstol Santiago, en la ciudad que lleva su nombre, Santiago de Compostela, en el Finisterre galaico, desde los puntos más diversos de España y de Europa ha vuelto a cobrar inusitada actualidad en los últimos años. El número de peregrinos que lo recorren al tradicional estilo de la venerable peregrinación medieval, junto a aquellos que lo hacen valiéndose de los medios modernos de locomoción, crece constantemente”.
2. CARTEL
El cartel ha sido realizado por la empresa Enxeño Galicia para la Archidiócesis de Santiago de Compostela. Explicación del cartel por Modesto Gómez, director de Exeño Galicia:
Imaginamos el camino como un crisol de gentes que, con su multiplicidad de colores, peregrinan de la mano hacia una meta.
Imaginamos un destino y dibujamos la Quintana por su esencia peregrina: por su dintel de reconciliación, antesala del abrazo que nos permite abrirnos en el Obradoiro al mundo de la Gloria.
Imaginamos un estilo y decidimos componer un mural capaz de simbolizar la pluralidad del camino: redondeado en la base y de líneas ascendentes en la cúspide; colorista en su origen, en tanto que sobrio y lleno de aire en la mitad superior; cromático al tiempo que limpio; adornado con un esquema visual que facilita la interpretación de tres partes diferenciadas que se intersecan con naturalidad: la representación mundana, llena de vida y color, caracterizada por la multitud peregrina; la espiritual, propiciada en esa mezcla etérea de claroscuros y encumbrada por la silueta de la cruz; y un plano central en el que la catedral se representa como meta del Camino.
Difuminando las torres del Obradoiro en un plano cenital imaginario, resaltamos la visión de la Quintana como Plaza con la presentación de la Torre del Reloj y la Puerta Santa en una composición de líneas sobrias y grises adornadas por trazos coloristas y redondeados de especial protagonismo…
En la puerta tres son los elementos que destacan: por un lado las efigies, que humanizan la piedra. Y por otro, conformando un eje central, dos representaciones del apóstol. Como no podía ser de otra forma, tratándose de la Quintana, plaza de vivos y muertos, un apóstol yacente, que es la luz que guía al final del camino, se eleva sobre la puerta en su hornacina como un testigo de Cristo vivo y peregrino que, como buen anfitrión, nos aguarda en su casa.
A su derecha, la torre del reloj se erige como un faro de esperanza, símbolo de tres elementos esenciales: la claridad, la llamada y el tiempo. Es la torre más simbólica del templo. En ella se representan, en orden descendente, un destello de esperanza que emana de su luz de guía; una llamada perenne a la conversión que resuena en cada "badalada" de la Berenguela; y un suave discurrir de las horas al compás de las agujas de un reloj que evoca nuestra vida y nuestra historia. En la base hemos querido asentar un moderno, sencillo y esclarecedor logotipo: desde la era romana hasta nuestros días, Iglesia y Peregrinos, de la mano de la cruz y la vieria, iconos de Jesús y Santiago, peregrinan guiados por la luz de Cristo, caminando juntos, de la mano de la fe, desde hace 2010 años.
3. AVANCE DE ACTIVIDADES
1. PEREGRINACIÓN a Santiago de la CRUZ de la JORNADA MUNDIAL de la JUVENTUD (Del 3 al 8 de agosto de 2010).
A comienzos del Año Santo extraordinario de la Redención en Roma, celebrado entre 1983 y 1984, Juan Pablo II decidió poner en la Basílica de San Pedro una gran cruz de madera de dos metros. Al finalizar este año conmemorativo el Papa entregó esta cruz a los jóvenes del Centro San Lorenzo diciendo: “Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que solo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención”. Pero el mismo Papa dispuso que se hiciera una copia de la Cruz, una se encuentra en el Centro San Lorenzo, de manera permanente, la otra peregrina por los cinco continentes.
Fuente: www.pastoralsantiago.org