España por fin ha cumplido el sueño de ser campeona del mundo. Los jugadores nos han contagiado de un entusiasmo colectivo. Dejémonos llevar por ese entusiasmo y ahora juguemos otro mundial: el mundial de los excluidos.
En muchos lugares de la geografía de la pobreza existe otro deporte que se juega lejos de los grandes estadios y que ayuda a millones de niños y niñas a que tengan acceso a la educación y la salud básica.
Muchos misioneros y cooperantes dedican buena parte de sus empeños a esta tarea. Apoyémosles con nuestro entusiasmo y ayudémosles con nuestra oración, para que sientan nuestro aliento.
Gritemos: ¡¡¡Podemos!!!, para que miles de seres humanos, especialmente los niños, tengan derecho a un futuro y a una vida digna.
Fuente: Pastoral Santiago.