1 de Noviembre - Solemnidad de Todos los Santos.

MONICIÓN DE ENTRADA

Recibid nuestra más cordial bienvenida a la celebración eucarística de este lunes, día primero de noviembre. Ayer vivíamos unidos la Mesa del Pan y de la Palabra del Domingo. Y hoy es un día muy especial para todos nosotros, y para la Iglesia universal. Vamos a festejar a Todos los Santos, a esas personas, muchos de ellos serán amigos nuestros y familiares, que ya están contemplando la luz del rostro de Dios. Son personas que supieron trazar su vida sirviendo a Dios y a sus hermanos. Y ya eternamente felices. El origen de esta fiesta es muy antiguo y se relaciona con la dedicación a Santa María, a la Virgen, en Roma, del Panteón de mártires. Dispongámonos, con mucha alegría y gozo, a iniciar esta misa de Todos los Santos, pensando que, un día, nosotros acompañaremos a quienes ya disfrutan de la Gloria de Dios.


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:

- Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Palabra del Señor

MEDITACIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

El Concilio Vaticano II afirma: “Todos estamos llamados a la santidad”. San Juan nos asegura que Dios Padre nos llama hijos suyos, y cuando lo veamos tal cual es, seremos semejantes a Él.

Hay gritos de guerra y gritos que anuncian la paz; hay gritos por catástrofes y otros que proclaman la victoria; hay gritos de dolor y de gozo. El Apocalipsis nos convoca a fiesta, como fruto y regalo de los que son santos. “Un ángel gritó con voz potente: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles».” Por los siervos de nuestro Dios. “Una muchedumbre inmensa gritaba: «La victoria es de nuestro Dios». Todos los ángeles decían: «La alabanza, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder  y la fuerza son de nuestro Dios».”

El júbilo proviene de la proclamación más solemne que hace Jesús de quiénes son los bienaventurados: “los que lloran, los sufridos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos… Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Al reflexionar sobre los títulos que hacen felices y bienaventurados, se descubren las paradojas del Evangelio, que a su vez se convierten en claves para alcanzar la bienaventuranza. En la revelación positiva que hace Jesús, descubrimos el secreto de la santidad. Se nos ha revelado el camino por donde subir al Monte Santo.

    * “El que cree, tiene vida eterna” (Jn  6, 47). El que cree en mí, aunque muera, vivirá (Jn 11, 25). El que cree en el Hijo tiene vida eterna (Jn 3, 36).
    * “El que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él» (Jn 14, 21). “El que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él  ante los ángeles de Dios” (Lc 12, 8).
    * “El que persevere hasta el fin, ése se salvará.” (Mt 10, 22; 24, 13).
    * “El que pierda su vida por mí, la encontrará”. (Mt 10, 39) “El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo” (Mt 20, 26-27). “El que se humille, será ensalzado” (Mt 23, 12). «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». (Lc 9, 48).
    * “El que obra la verdad, va a la luz” (Jn 3, 21). “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna» (Jn 4, 14). “El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna” (Jn 5, 24) “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día” (Jn 6, 54). “El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12). “El que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna” (Jn 12, 25).

No podemos refugiarnos en la ignorancia. Se nos ha mostrado el camino de la santidad.

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"