Celebramos el próximo Domingo, el Domingo de Jesucristo, Rey del Universo. Corresponde al último –el XXXIV—del Tiempo Ordinario y así abriremos la semana próxima el Adviento, tiempo de amor y esperanza. Esta fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 y el Concilio Vaticano II la situó como broche final del Tiempo Ordinario. El Reino de Jesús es reino de amor y de paz. Y su trono es la Cruz. Cosas que hoy a muchos les cuesta entender, pero que, sin embargo, son para nosotros las bases fundamentales de nuestra fe.
MONICIÓN DE ENTRADA
Os deseamos nuestra más cordial bienvenida en este último Domingo del Tiempo Ordinario. El próximo domingo iniciamos el Adviento y con ello un nuevo ciclo y año litúrgico, el A. Hoy vamos a celebrar la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, que también se conoce como el Día de Cristo Rey. Jesús nos quiere contar que la única manera de ser un auténtico Rey es poniéndose al servicio de los demás. Una verdadera novedad en el mundo en que vivimos, en el que se gobierna ignorando, abusando, sometiendo o pisando a los demás… Pero fue, también, novedad absoluta e incomprendida en los tiempos que Jesús pasó en la tierra. Y eso le llevó a la muerte en la cruz. Cruz que Él convirtió en trono de amor y de misericordia. Hemos de dedicar esta jornada a pensar en el Reino de Dios. Nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, nos recuerda que cada uno de nosotros podemos convertirnos en verdaderos ciudadanos de su Reino, si nos ponemos al servicio del prójimo, sobre todo de aquellos más débiles y pobres…
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
-¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
Palabra del Señor
Fuente: Betania