MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos bienvenidos a la Eucaristía del Segundo Domingo del Tiempo Ordinario. Iniciamos, pues este primer periodo del Tiempo Ordinario, tras el Adviento y la Navidad. Y llegaremos hasta el 9 de marzo, fecha que celebraremos la conmemoración del Miércoles de Ceniza y así iniciar la Cuaresma. El relato evangélico de hoy nos recuerda al del domingo pasado. Nos habla del Bautismo del Señor y de la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu junto con las aguas del Jordán. Y hoy, también, queremos recordar que la Iglesia Universal celebra la Jornada Mundial de las Migraciones, y hemos de tener muy en cuenta este difícil tema de los emigrantes e inmigrantes. Seamos fraternos y solidarios con todas esas personas que abandonaron sus casas y no precisamente por gusto. Y no olvidemos jamás que Jesús de Nazaret, con sus padres María y José, fueron inmigrantes en Egipto… Iniciemos, pues, con amor y alegría nuestra Asamblea Dominical.
1ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 49, 3. 5-6
El Señor me dijo:
- Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel --tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza--:
- Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 39
R.- AQUÍ ESTOY, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.-
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.-
Como está escrito en mi libro:
«para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.-
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.-
2ª LECTURA: COMIENZO DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1,1-3
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
Palabra de Dios
ALELUYA Jn 1, 14.12 ab
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. A cuantos la recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1 29- 34
En aquel tiempo; al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
- Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquél de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo:
- He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del domingo.
Juan el Bautista da testimonio de que Jesús es el Mesías esperado: “éste es”. La llegada de Jesús es noticia alegre, en medio de un mundo sin esperanza. Él es portador de vida y salvación. Por él se ha hecho posible alcanzar una felicidad que nuestros corazones sólo intuyen, a veces en medio de situaciones personales o colectivas que son dramáticas. Más allá de los cortos horizontes que percibimos con nuestras previsiones (hechas a menudo con un realismo chato, encerrado por muros de egoísmos propios y ajenos), hay una vida plena que sólo Dios puede otorgar como un don de su misericordia.
Pues bien, este don nos llega a través de Jesús y consiste en la comunión: ser hijos de Dios y hermanos de todos los hombres.
Este don es liberador: Jesús “quita el pecado del mundo”. La vida en plenitud que Dios ofrece no procede de una moralina, o de un saneamiento superficial de las costumbres. Es algo más profundo y transformador que los discursos y las buenas intenciones.
El testimonio de Juan anuncia y Jesús manifiesta que Dios está de nuestro lado frente al mal. Por eso, para acoger esta presencia liberadora de Jesús y reconocerla como una buena noticia, como “evangelio”, hace falta una cosa: tomar conciencia de que lo que impide y está destruyendo la felicidad humana es precisamente el pecado. El pecado no sólo puede ser perdonado, sino que debe ser “quitado”, arrancado de la humanidad y de nuestros corazones. Y esto sólo lo puede hacer Dios. ¿Qué experiencia tenemos de ello?
Ser bautizados es mucho más que ser “pasados por agua”; los cristianos hemos sido bautizados con el Espíritu. No dejemos que la apatía y la indiferencia apaguen en nosotros su ardor. Recordemos y agradezcamos el testimonio de quienes nos hicieron reconocer a Jesucristo como el Salvador. En verdad, transmitir el testimonio del amor de Dios es la única razón de ser de la comunidad cristiana. Hoy hacen falta nuevos testigos que, como Juan, sigan señalando al mundo la esperanza que nos ha llegado en Jesús. ¿Ayudan nuestras vidas a que alguien crea en él?
Francisco Castro Pérez, sacerdote