MONICIÓN DE ENTRADA
Recibid todos, queridos hermanos, nuestra más cordial bienvenida al inicio de nuestra eucaristía correspondiente a este domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. Jesús de Nazaret sigue intentado cambiar el corazón de hielo de sus adversarios y volverlos hacia Dios Padre. Por ello les muestra proféticamente lo que el Señor puede hacer con aquellos que le desprecian, no le hacen caso y matan a sus enviados. Él quiere que, ante esa enseñanza, cambien. Pero no será así. Hoy les explica la parábola del banquete de bodas del Hijo del Rey. Los más allegados del Monarca rehúsan acudir a la fiesta y, entonces, Él abre a la puerta a todos, a los más pobres y necesitados. Pero hay otra enseñanza más: hasta el más pobre ha de tener el traje –desde luego espiritual—para poder presentarse ante el Rey. Gran lección que todos debemos de tener en cuenta.
Aquel día, preparará el Señor de los Ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país --lo ha dicho el Señor--. Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte."
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL. SALMO 22
R.- HABITARÉ EN LA CASA DEL SEÑOR POR AÑOS SIN TÉRMINO.
El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.-
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.-
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.-
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.-
2ª LECTURA: LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES 4, 12-14. 19-20
Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
ALELUYA. Ef 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22, 1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
--El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
Palabra de Señor.
Comentario al Evangelio del Domingo.
La Palabra de Dios de este domingo nos sitúa en el siempre agradable encuentro de intimidad, amistad y alegría del banquete; una invitación universal, donde el anfitrión es el mismo Dios. Hay comida y bebida con la abundancia eterna del cielo, que no se agota quitando solo el hambre de lo material, manjares suculentos y vino de solera, sino que llega a saciar y desbordarse en consuelo y esperanza: el Señor Dios enjugará las lágrimas de los rostros (1ª lectura). Es el Dios providente, que está pendiente de todas nuestras necesidades, conforme a su riqueza en Cristo Jesús (2ª lectura), pues: ¿de qué le sirve al ser humano ganar el mundo entero, alcanzando todas las cosas que se consideran imprescindibles para la felicidad, aquellas que nos ha dictado el relativismo disfrazado de consumismo, que nos engaña con la indiferencia, si perdemos nuestra alma, el tesoro innegociable de una vida en gracia de Dios?
Es el día del Señor, el rey celebra la boda de su Hijo (Evangelio). Tenemos en el buzón de la vida una invitación personal, familiar y comunitaria a este banquete sin igual, la Eucaristía. No busquemos excusas para no asistir. Es el tiempo de Dios, para Dios y con Dios, descubriendo el entrañable y verdadero amor de su único Hijo entregando su propio cuerpo y sangre como alianza y perdón de los pecados.
Al reunirnos en asamblea de hermanos, nos sentimos privilegiados de comprobar: aquí está el Señor. Hay tantos que no se sienten escogidos; algunos que escuchan su llamada y hacen oídos sordos y no la distinguen de los que gritan más; otros que incluso han renegado del banquete de la vida y se pierden, deambulando como mendigos en la falta de sentido de su vida; en el vivir como si Dios no existiera, en el ateísmo o en el ataque sistemático a los cristianos.
Pero hay, quizá, algo más triste aun: hay personas y bautizados que, a fuerza de no asistir a la Misa, de no tener trato con Dios y con la Iglesia, están invadidos por mentiras y vicios que arrastran su cuerpo y su alma a la oscuridad: allí será el llanto y el rechinar de dientes, dice el Evangelio. Y mientras, en la casa del Señor hay una fiesta, que alegra el corazón. Dios siempre tiene la mejor barra libre, un sitio para cada Hijo suyo, buenos y malos, nos dice el Evangelio. Siempre es tiempo de vestirnos de gala, despojándonos de los harapos del pecado, siempre es tiempo de volver a comer con Él.
José Luis Bellón, sacerdote
Fuente: Betania, Diócesis de Málaga.