Domingo I de Adviento. Ciclo B (27/11/2011).


LA CORONA DE ADVIENTO

La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.

OTRAS POSIBILIDADES

Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.

Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.

El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”

1ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es "Nuestro redentor". Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en el. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tu mano.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL. SALMO 79

R.- OH DIOS, RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE.

Pastor de Israel, escucha, 
tú que te sientas sobre querubines, resplandece. 
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.-

Dios de los ejércitos, vuélvete: 
mira desde el cielo, fíjate, 
ven a visitar tu viña, 
la cepa que tu diestra plantó, 
y que tú hiciste vigorosa. R.-

Que tu mano proteja a tu escogido, 
al hombre que tú fortaleciste. 
No nos alejaremos de ti; 
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.-

2ª LECTURA: LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1,3-9

Hermanos:

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado, el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el tribunal de Jesucristo, Señor Nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Palabra de Dios.

ALELUYA Sal 84, 8

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13, 33-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!

Palabra del Señor.


Comentario al Evangelio del Domingo.

El hombre nunca ha dispuesto de más medios de comunicación, sin embargo anda encerrado sobre sí mismo; vive agotado en la mirada fría del presente y no es capaz de levantar los ojos de la esperanza y otear el futuro que viene. A veces, malvivimos, sesteando, esperando tan sólo el paso del tiempo. Nos viene bien el reclamo que hace Jesús a sus discípulos: “Lo que digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!”... porque no se sabe cuándo vendrá el Señor, y os puede encontrar dormidos.

La multitud de “malas noticias” nos ahoga, en un océano de papel y ondas virtuales. El continuo martilleo de la crisis económica, la tragedia del paro, el negro futuro laboral de los jóvenes, parece decirnos que es un milagro que existan aún unos ojos cargados de esperanza, que miren al futuro con ilusión.

Pero, con honradez: en lo más profundo de nuestro corazón no estamos satisfechos del presente, incluso nos agobia. Ansiamos algo mejor, aspiramos a algo distinto, sorprendente, que calme nuestra ansiedad y nuestra sed. Por eso hoy Dios, con palabras del profeta Isaías, nos convoca a mirar el futuro, en una actitud de vigilancia, con una renovada esperanza: “a pesar de todo, Tú Señor, eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: ¡somos obra de tus manos!” Abrimos el tiempo de Adviento: esperamos a Alguien que nos trae respuestas.

Dios, al enviarnos a su Hijo, hecho hombre, responde a las ansias más nobles de cada hombre y de cada mujer que aspiran a un futuro abierto que les libere de toda atadura, que les abra el camino luminoso de una salvación que le ofrece un haz de posibilidades grandiosas. La fe en Jesucristo rompe la angustia del presente, libera de la cerrazón del pasado y nos abre un futuro fascinante. La tensión de la fe, consiste en vivir no entre el mundo y el cielo sino entre el presente y el porvenir.

Adviento se escribe con “e” de “esperanza”. El gran proyecto de Dios es el “proyecto esperanza”: Jesucristo, el Hijo de Dios que viene a compartir nuestra vida, nos rescata del abismo del pecado y nos regala la salvación. La fe ensancha la mirada y nos lleva desde lo que ya tenemos al gran porvenir: Alguien nos aguarda y llenará de sentido todas las tareas de hoy.

Dios viene a nuestro rescate, sin subvenciones europeas, sólo con la fuerza de su gracia y de su amor. Esta es, hoy, la noticia: la Buena Noticia.

Alfonso Crespo, sacerdote

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"