AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 9 de mayo de 2012, Plaza de San Pedro.
Queridos hermanos y hermanas:
Deseo hablar hoy sobre la oración incesante que la Iglesia dirige en favor de Pedro, encarcelado por decisión de Herodes y liberado posteriormente por la intervención prodigiosa del ángel del Señor. La comunidad congregada ora ante el peligro y la persecución. El Apóstol, encadenado, se halla tranquilo y confiado, con la certeza de no estar solo: la Iglesia reza por él; el Señor le acompaña; y sabe que la fuerza de Cristo se realiza en la debilidad. Experimenta que en el seguimiento de Jesús se encuentra la verdadera libertad, y por ello dará testimonio hasta el martirio, confirmando que el Señor es el Resucitado y lo ha salvado.
Este hecho, narrado por Lucas, nos advierte que la Iglesia, cada uno de nosotros, cuando atraviesa la noche de la prueba se ve confortado por la oración vigilante, perseverante y confiada en el Señor, que sostiene y libera de las cadenas, concede serenidad y ayuda para afrontar las dificultades, aun ante el rechazo, la oposición y la persecución.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Costa Rica, Perú, Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a experimentar cómo la oración constante y de la comunidad unida es un precioso instrumento para superar las dificultades que surgen en el camino de la vida, porque cuando estamos profundamente unidos a Dios, estamos también unidos a los hermanos. Muchas gracias.
Fuente: Vaticano.