MONICIÓN DE ENTRADA
El sentido de una frase como la Pascua de los Enfermos nos sirve de introducción para la presente Eucaristía correspondiente a este Sexto Domingo de Pascua y que debe contener una llamada a la solidaridad y amor fraterno a todos los que sufren de cuerpo y alma y especialmente a los enfermos. La Encarnación es la gran solidaridad de Dios con los hombres. Es también muestra y prueba de que Nuestro Señor Jesús, el Resucitado, pasó su tiempo en la tierra curando enfermos y dando salud a los pecadores.
Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo levantó diciendo:
-- Levántate, que soy un hombre como tú
Pedro tomó la palabra y dijo:
-- Está claro que Dios no hace distinciones: acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:
-- ¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL.SALMO 97
R.- EL SEÑOR REVELA A LAS NACIONES SU JUSTICIA
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas,
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.-
El señor de a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.-
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R.-
2ª LECTURA: LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN 4,7-10
Queridos hermanos:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que me ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios
ALELUYA Jn 14, 25
El que me ama guardará mi palabra, dice el Señor; y mi padre lo amará, y vendremos a él.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 9- 17
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Domingo.
El domingo pasado el Señor nos decía que Él es la vid y nosotros sus sarmientos, y nos pedía “dar fruto”. En el Evangelio de hoy nos habla precisamente de ese fruto: el amor. Es verdad que la palabra “amor” está ya muy manoseada, y para muchas personas cualquier cosa podría recibir ese nombre. Cuando los cristianos hablamos de “AMOR”, estamos hablando de aquel con el que Dios nos quiere. Dios mismo es amor; Él nos amó primero, y la realización más perfecta del amor es la persona y la vida del Señor Jesús.
A todos nos enseñaron en la catequesis aquello de que “los mandamientos de la ley de Dios se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”. Y es que la Ley del Amor, -del amor con mayúsculas-, es el ideal de vida cristiana. Uniendo el Evangelio de hoy con el de la semana pasada, podemos decir que el cristiano que vive en comunión de vida con el Señor produce frutos de amor: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure”. “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor”. Queda claro que la condición para “permanecer en el amor del Señor” es precisamente observar sus mandamientos, de la misma manera que Jesús ha guardado los del Padre. Y esos mandamientos se resumen después en un mandamiento único y fundamental: el Amor. Ante este Dios que nos amó hasta el extremo, nuestra respuesta debe ser la de Jesús: permanecer en el amor, con radicalismo, con hondura; sin egoísmos, ni rebajas. El amor “en cristiano” es darlo todo, darse del todo como Jesús; dar la vida: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Es una buena lección la que nos da hoy el Señor. Vale la pena ponerla en práctica. ¡Feliz Pascua!
J. Javier García, sacerdote
Fuente: Betania, Diócesis de Málaga.