Domingo XII del T. Ordinario. "SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA".

MONICIÓN DE ENTRADA

Os deseamos nuestra más cordial bienvenida a la Eucaristía. La solemnidad de San Juan Bautista tiene preferencia sobre los contenidos del Domingo XII del Tiempo Ordinario que nos correspondería reflejar hoy. Pero al ser 24 de junio, fecha de la fiesta del Bautista, se marca dicha preferencia Deciros, también, que la Iglesia siempre ha tenido una muy especial predilección por Juan el Bautista. Y es que Jesús de Nazaret, llegó a decir de él que “era el mayor nacido de mujer”. Juan fue la avanzadilla de un tiempo nuevo, del tiempo en que se iniciaba la Redención del género humano. Juan fue un singular personaje que cumplió hasta la muerte la misión que el Padre le había encomendado: mostrar el camino del Hijo que iba a salvar a todos. Y, antes comenzar, nuestra celebración queremos felicitar a los Juanas y Juanes, que hoy celebran su onomástica. Y con este mensaje de alegría comencemos, pues, nuestra celebración eucarística.

1ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 49, 1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:

—Tú eres mi siervo de quien estoy orgulloso.

Mientras yo pensaba: “En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas”, en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel —tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza—:

—Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL. SALMO 138
R.- TE DOY GRACIAS, PORQUE ME HAS ESCOGIDO PORTENTOSAMENTE.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.-


Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R.-


No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.-


2ª LECTURA: LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 13, 22-26

En aquellos días dijo Pablo:

—Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias”. Hermanos descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.

Palabra de Dios.


ALELUYA Lc 1, 76

A ti niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 57-66.80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaron Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:

— ¡No! Se va a llamar Juan.

Le replicaron:

—Ninguno de tus parientes se llama así.

Entonces preguntaban por señas del padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que le oían reflexionaban diciendo:

— ¿Qué va a ser este niño?

Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.

Comentario al Evangelio del Domingo.

Este año, la liturgia nos permite celebrar en domingo la solemnidad del nacimiento de Juan el Bautista. Es uno de los personajes más conocidos por nosotros de entre los que aparecen justo antes del Mesías. Se dice que el Bautista es como una “bisagra” que une el Antiguo y el Nuevo Testamento, porque anuncia ya la presencia inmediata del Señor, y lo señala como el Cordero de Dios. El Evangelio que se proclama este domingo es el propio de esta solemnidad, y nos cuenta cómo, por medio de signos, Dios elige a aquel niño para ser el precursor del Mesías. Juan, hijo de Isabel y de Zacarías –ya ancianos-, tendría la responsabilidad de abrirle caminos al Señor, de anunciar su venida inminente.

Como había anunciado Isaías, Juan era la voz que clamaría y pediría que todos prepararan los caminos del Señor, que ya llegaba. Nos dice el Evangelio de hoy que “a Isabel se le cumplió el tiempo y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban”. Y es que Dios verdaderamente había tenido misericordia de aquella madre estéril, a la cual seguramente todos señalaban como “castigada por Dios”, debido a su esterilidad. Pero ese Dios que obra maravillas en los sencillos, hace que Isabel sea madre. Y además, aquella maternidad dará fruto en uno de los grandes profetas de todos los tiempos. Y así, nos cuenta el Evangelio que “a los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: ¡No! Se va a llamar Juan”. Era el encargo que Dios le había dado a Zacarías: se tenía que llamar Juan. En Zacarías encontramos reflejada la fidelidad a la voluntad de Dios: fidelidad a los planes de Dios y a la misión que Él nos encomienda; es también lo que encontramos en la historia personal de Juan el Bautista.

“Todos los que oían esto reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano de Dios estaba con él”. Para nosotros es un buen ejemplo de vida a imitar. ¡Feliz día del Señor!

J. Javier García, sacerdote

Enlaces Parroquiales

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