Solemnidad de Todos los Santos.

"Alcancemos la santidad en la unidad", así concluyó el Papa Francisco su homilía durante la Festividad de Todos los Santos, encomendando a nuestra Madre del cielo, Reina de todos los Santos, nuestras intenciones y el diálogo en busca de la plena comunión de todos los cristianos.


Seamos ejemplo.

La santidad no es algo obsoleto, de tiempos antiguos. Cada vez tenemos más ejemplos de personas a las que hemos conocido en vida y que nos han dejado un testimonio emblemático de santidad. La Madre Teresa de Calcuta, los papas san Juan XXIII, el beato Pablo VI, san Juan Pablo II, el P. Pío de Pietrelchina… Y tantos mártires que han dado su vida por razón de la fe.

Ayuda mirar la vida de los mejores. Anima sentir la cercanía de quienes nos han sido contemporáneos y han sabido cruzar la historia con amor. Supone un incentivo la memoria de los gestos y palabras que nos dejaron como mejor herencia quienes han sido proclamados santos. Pero también hay muchos creyentes anónimos que engrosan el ingente número de los santos.

Esta fiesta quiere rendir homenaje a todos los que han sobresalido por su caridad, por su fe y por su esperanza, en una forma de vida cristiana: en el ministerio ordenado o como laicos, consagrados o padres de familia. ¡Tantos de los nuestros que nos han precedido en la fe!

Encomendémonos a la intersección de los santos.

Mientras caminamos por este valle terreno, necesitamos el acompañamiento de quienes viven junto a Dios. Ellos son nuestros mejores valedores. Impresiona conocer de cerca a personas que han sido agraciadas muy especialmente por la intercesión de los santos. Cada canonización supone una intervención extraordinaria de Dios en la vida de quienes la ciencia estimaba incurables.

Encomendarse a la intercesión de los santos es un signo de fe, de humildad, y de confianza. No nos valemos por nosotros mismos, necesitamos constantemente la ayuda del cielo, para superar las pruebas, los momentos difíciles, el despojo. Los santos, que han vivido en su carne hasta el martirio, seguro que son compasivos y mueven la misericordia de Dios.

Seamos testigos de nuestra fe.


En un mundo secularizado, destaca la vida ejemplar de tantos que, a pesar de circunstancias adversas, han permanecido fieles y coherentes.

Hoy a los cristianos se nos llama a ser testigos, a dar razón de nuestra fe, y no solo con nuestra palabra, sino con nuestra vida. Los santos nos animan al seguimiento radical de Jesucristo.

Fuente: Ángel Moreno Buenafuente, Pastoral Santiago / News.va

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