El
próximo domingo, día 3 de Diciembre, celebraremos las bodas de Oro y Plata de
los matrimonios en nuestra Comunidad parroquial.
Es
este un acontecimiento que con frecuencia pasa desapercibido entre los demás
feligreses y entre los demás acontecimientos parroquiales.
Y
no debiera ser así. El matrimonio, el hogar, la familia, es una institución de
trascendencia enorme. El hogar, la familia, es la forja con la que Dios crea al
hombre y lo moldea haciéndolo llegar a su madurez. Es la forja de los pueblos,
de las naciones, para hacer progresar a la humanidad en número y en bienestar. El
hogar, es el yunque donde se forja al ser humano; es el barro – bendito barro-
del que Dios hace al hombre.
Digámoslo con palabras
del papa Francisco: “Hoy, la familia es
despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello,
auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable
que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad”.
Con ocasión de la celebración
del Domingo, todos podemos revisar nuestras posturas respecto a la familia. Yo
diría que lo primero será confiar en la institución familiar, rodearla de la
máxima protección y ayudas. En segundo lugar, favorecerla: animar a los jóvenes
a que no tengan miedo al matrimonio. Animarles a que se preparen bien porque su
hogar será la fuente más grande de su felicidad y la mayor de las
contribuciones a la sociedad.
Y los adultos menos
pesimismo y más sentido positivo y optimista de la vida y de las circunstancias
actuales. “Ningún tiempo pasado fue
mejor”. Y este tiempo es susceptible, como todos, de mejorar; y esto en
gran parte dependerá de nosotros.
Como dijo Ignacio
García-Juliá. “Son tiempos difíciles para la
Familia. Se habla mucho de ella pero se hace poco para su desarrollo y
estabilidad. Junto a iniciativas que solo ven aspectos económicos, como si la
Familia se desarrollara con dinero, se promulgan leyes que atacan lo más
profundo de su estructura: su libertad para crecer y pensar según sus propias
convicciones interfiriendo en el derecho de los padres a educar a los hijos no
solo en el ámbito escolar, sino también en su vida cotidiana”.
En los ambientes
sociales o políticos donde se mueva cada quien, deben buscar la manera de que
los programas sociales, políticos o económicos que provengan de esos ámbitos, ayuden
a la familia, se la tomen más en serio, se favorezca su desarrollo, se respete
al máximo la libertad de las familias a educar a su hijos según sus propias
convicciones, etc. Todos podemos poner nuestro pequeño grano de arena y las
cosas mejoraran.