Fiesta de la Candelaria. Llevemos la "luz" a todo el mundo, "heme aquí".

La Fiesta de "La Candelaria", también conocida como  la  "Fiesta de la Presentación" o "Fiesta de las luces" se celebra cada 2 de febrero, coincidiendo con la celebración de la presentación de Jesús en el templo. 

María y José, cuarenta días después del nacimiento de Jesús, fueron a Jerusalén para presentarlo al Señor, según la prescripción de la ley mosaica.

También María y José cumplen este rito, ofreciendo —según la ley— dos tórtolas o dos pichones. Así mismo, podemos comprender que en ese momento es Dios mismo quien presenta a su Hijo Unigénito a los hombres, mediante las palabras del anciano Simeón y de la profetisa Ana. En efecto, Simeón proclama que Jesús es la "salvación" de la humanidad, la "luz" de todas las naciones y "signo de contradicción", porque desvelará las intenciones de los corazones (cf. Lc 2, 29-35). En Oriente esta fiesta se denominaba Hypapante, fiesta del encuentro: de hecho, Simeón y Ana, que encuentran a Jesús en el Templo y reconocen en él al Mesías tan esperado, representan a la humanidad que encuentra a su Señor en la Iglesia. Sucesivamente esta fiesta se extendió también en Occidente, desarrollando sobre todo el símbolo de la luz, y la procesión con las candelas, que dio origen al término "Candelaria". Con este signo visible se quiere manifestar que la Iglesia encuentra en la fe a Aquel que es "la luz de los hombres" y lo acoge con todo el impulso de su fe para llevar esa "luz" al mundo.


En concomitancia con esta fiesta litúrgica, el venerable Juan Pablo II, a partir de 1997, quiso que en toda la Iglesia se celebrara una Jornada especial de la vida consagrada, pues en la Fiesta de las Candelas recordaremos además el agradecimiento que se debe al Creador por toda vida humana.  Y es que no debemos olvidar que la "vida" que se nos ha dado es un gran don de Dios, que hay que acoger siempre dando gracias.

¡Escoged la vida —dice el Señor—, para que viváis vosotros y las generaciones futuras! (cf. Dt 30, 19). 

En realidad, una vida consagrada, una vida consagrada a Dios mediante Cristo, en la Iglesia sólo tiene sentido precisamente a partir de esta fe, de esta profesión de fe en Jesucristo, el Mediador único y definitivo. Sólo tiene sentido si él es verdaderamente mediador entre Dios y nosotros; de lo contrario, se trataría sólo de una forma de sublimación o de evasión. Si Cristo no fuera verdaderamente Dios, y no fuera, al mismo tiempo, plenamente hombre, la vida cristiana en cuanto tal no tendría fundamento, y de forma muy especial no lo tendría cualquier consagración cristiana del hombre y de la mujer. La vida consagrada, en efecto, testimonia y expresa "con fuerza" precisamente que Dios y el hombre se buscan mutuamente, que el amor los atrae; la persona consagrada, por el mero hecho de existir, representa como un "puente" hacia Dios para todos aquellos que se encuentran con ella, les recuerda y les remite a Dios. Y todo esto en virtud de la mediación de Jesucristo, el Consagrado del Padre. Él es el fundamento. Él, que ha compartido nuestra flaqueza, para que pudiésemos participar de su naturaleza divina. 

Las personas consagradas están llamadas de modo especial a ser testigos de esta misericordia del Señor, en la cual el hombre encuentra su salvación. Ellas mantienen viva la experiencia del perdón de Dios, porque tienen la conciencia de ser personas salvadas, de ser grandes cuando se reconocen pequeñas, de sentirse renovadas y envueltas por la santidad de Dios cuando reconocen su pecado. Por esto, también para el hombre de hoy, la vida consagrada es una escuela privilegiada de "compunción del corazón", de reconocimiento humilde de su miseria, y también es una escuela de confianza en la misericordia de Dios, en su amor que nunca abandona. En realidad, cuanto más nos acercamos a Dios, cuanto más cerca estamos de él, tanto más útiles somos a los demás. Las personas consagradas experimentan la gracia, la misericordia y el perdón de Dios no sólo para sí mismas, sino también para los hermanos, al estar llamadas a llevar en el corazón y en la oración las angustias y los anhelos de los hombres, especialmente de aquellos que están alejados de Dios. En particular, las comunidades que viven en clausura, con su compromiso específico de fidelidad a "estar con el Señor", a "estar al pie de la cruz", a menudo desempeñan ese papel vicario, unidas al Cristo de la Pasión, cargando sobre sí los sufrimientos y las pruebas de los demás y ofreciendo todo con alegría para la salvación del mundo. 

Por lo tanto, llenos de confianza y de gratitud, renovemos también nosotros el gesto de la ofrenda total de nosotros mismos presentándonos en nuestro Templo. Nos acercamos al Dios tres veces santo, para ofrecer nuestra vida y nuestra misión, personal y comunitaria, de hombres y mujeres consagrados al reino de Dios. Realicemos este gesto interior en íntima comunión espiritual con la Virgen María: mientras la contemplamos en el acto de presentar al Niño Jesús en el Templo, la veneramos como primera y perfecta consagrada, llevada por el Dios que lleva en brazos; Virgen, pobre y obediente, totalmente entregada a nosotros, porque es toda de Dios. Siguiendo su ejemplo, y con su ayuda maternal, renovemos nuestro "heme aquí" y nuestro "fiat". Amén. 

Programación especial con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria.
  • 2 FEBRERO. La Misa de la tarde será en el Templo pequeño ante la imagen restaurada de la Candelaria. A las 7 menos cuarto comenzara el Oficio solemne: Exposición del Santísimo, Rosario, Bendición y Santa Misa con bendición de candelas, que podremos adquirir allí. Ofrenda de candelas.
  • 3 FEBRERO. Fiesta de la Candelaria para los niños del Catecismo parroquial y para todos los niños nacidos y bautizados durante el año 2016-18, y todos los que lo deseen que, junto a sus padres y padrinos, serán presentados al Señor y a Nuestra Señora de la Candelaria, en acción de gracias y suplica, por los dones recibidos de la vida y el Bautismo.
Fuentes:
  • Angelus del 2 de Febrero de 1997. Juan Pablo II.
  • Homilía del Santo Padre Benedicto XVI

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

"TRANSFORMANDO EL MUNDO HACIENDO IGLESIA"