"Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 26-27). Bellas palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan, y en las cuales se inspira este año el tema de la Jornada Mundial del Enfermo.
Unas palabras que nos iluminan profundamente en el misterio de la cruz. Esta no representa una tragedia sin esperanza, sino que es el lugar donde Jesús muestra su gloria y deja sus últimas voluntades de amor, que se convierten en las reglas constitutivas de la comunidad cristiana y de la vida de todo discípulo.
El dolor indescriptible de la cruz traspasa el alma de María, pero no la paraliza. Al contrario, como Madre del Señor comienza para ella un nuevo camino de entrega. En la cruz, Jesús
se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación.
A María, Madre de la ternura, queremos confiarle todos los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la esperanza. Le pedimos también que nos ayude a acoger a nuestros hermanos enfermos. Oremos a la Madre del Señor unidos en una súplica insistente, para que cada uno de nosotros vivamos con amor la vocación al servicio de la vida y de la salud. Que la Virgen
María interceda por esta XXVI Jornada Mundial del Enfermo, ayude a las personas enfermas a vivir su sufrimiento en comunión con el Señor Jesús y apoye a quienes cuidan de ellas.
ORACIÓN POR LAS FAMILIAS DE LOS ENFERMOS
Señor, Tú nos bendices
con el don de la familia.
Te damos gracias por el amor,
la fuerza y el consuelo
que las familias dan al enfermo.
Vuelve hacia ellas tu mirada
y protégelas cada día.
Haz que este momento doloroso
sirva para unirlas,
para que sus miembros
se preocupen más unos de otros
y sean capaces de manifestar
más abiertamente su amor mutuo
y su fe en Ti.
Señor, acompáñalas en su camino
y bendícelas con tu gracia
para que sientan tu cercanía y tu ayuda
mientras cuidan a sus enfermos,
y sufren y gozan con ellos.