... y vengo a pasar 40 días contigo."
Jesús también pasó 40 días en el desierto preparándose para cumplir con la voluntad de su Padre y ser un Buen Hijo.
Durante este tiempo vamos a tener la oportunidad de ser un poco mejores, portarnos bien, obedecer a nuestros padres, ayudar a quiens tenemos alrededor...
Durante este tiempo vamos a tener la oportunidad de ser un poco mejores, portarnos bien, obedecer a nuestros padres, ayudar a quiens tenemos alrededor...
Nos preparamos igual que Jesús para ser buenos, como Dios es Bueno con nosotros.
- Vayamos a la Iglesia. Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
- Oremos. El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
- Limosna. El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío.
- Ayunar. El ayuno, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.
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Así nos recordaba el Santo Padre, el Papa Bergolio, en su Mensaje para la Cuaresma de este año lo que podemos hacer para ser y hacer mejores a los demás, haciendo especial hincapié en ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia, porque "al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría".
Fuente: Parroquia San Ginés de Padriñan. Vaticano.