Domingo XXV del T. Ordinario C.

Monición de entrada
El domingo es el día en que recordamos la resurrección de Cristo, y por la participación en la  Eucaristía su salvación llega hasta nosotros. Por eso, nuestra respuesta agradecida ha de ser siempre una constante conversión que nos lleve a que él sea el centro de nuestras vidas y a servirle con todo el corazón sin que nada en este mundo nos aparte de este propósito.

Acto penitencial
Purifica nuestro corazón de toda envidia y malquerencia: Señor, ten piedad.
Ayúdanos a acogernos unos a otros fraternalmente: Cristo, ten piedad.
Enséñanos a trabajar desinteresadamente por tu reino: Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios, que has puesto la plenitud de la ley divina en el amor a ti y al prójimo, concédenos cumplir tus mandamientos, para que merezcamos llegar a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura de la profecía de Amós. Am 8, 4-7
ESCUCHAD esto, los que pisoteáis, al pobre y elimináis a los humildes del país, diciendo: «Cuándo pasará la luna nueva, para vender el grano, y el sábado, para abrir los sacos de cereal - reduciendo el peso y aumentando el precio, y modificando las balanzas con engaño - para comprar al indigente por plata al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?”. El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob: “No olvidaré jamás ninguna de sus acciones». Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8 (R/.: cf. 1b y 7b)
V/. Alabad al Señor, que alza al pobre.
R/. Alabad al Señor, que alza al pobre.
 V/. Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R/.
 V/. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que habita en las alturas
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/.
 V/. Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo. 1 Tim 2, 1-8
QUERIDO hermano: Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones. Palabra de Dios.


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Enlaces Parroquiales

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