CONSAGRACION DE LA COFRADIA DE LOS DOLORES
Oh María, Madre de nuestro Redentor, Madre de la Iglesia, al final de esta celebración de la Eucaristía, te miramos a Ti con confianza y amor.
En esta Fiesta, nosotras recordamos tu propia participación en los sufrimientos y muerte de Cristo en la cruz, momento en el que recibiste el mandato de ser madre nuestra.
¡Madre de todos los fieles! Desde ese momento, y a través del curso de la historia humana, eres la madre cada miembro de la Iglesia, de cada unos de nosotros. Para siempre: eres nuestra dulce Madre.
Tú cuidas de todos nosotros como hijos queridos. Ves en cada uno de nosotros el rostro de tu amado Jesús e intercedes en favor nuestro y por la redención de toda la humanidad Oh Madre de los Dolores, presentamos ante ti a los enfermos y a los ancianos y a todos los que sufren en nuestras comunidades. Sabemos que encontraran en Ti un refugio seguro y una ayuda consoladora. Llévales suavemente al encuentro con Jesús, fuente de todo consuelo.
Oh Inmaculado Corazón de María, tan lleno de amor hacia tu Hijo, os consagramos la juventud de nuestros pueblos, en cuyos ojos brilla el futuro. Protégela del maligno. Hazles capaces de ver que solo tu Hijo “es el camino, la verdad y a vida” (jn 14,6), que solo en El hay un futuro lleno de esperanza de vida verdadera, fundada en el amor.
O Virgen santa de Nazaret, ponemos ante ti las familias de nuestra parroquia; llámalas a formar una comunión de amor, Iglesia domestica, para toda la vida. Haz que la palabra de Dios les ilumine, para que sean fieles a la misión que Dios les encomienda en la sociedad humana.
Oh Madre y Señora nuestra, Virgen Dolorosa, míranos aquí a tus pies y acoge la consagración de esta Cofradía y de cada una de nosotras, las que estamos aquí presentes y las que, impedidas, no han podido asistir. Nos consagramos con completa libertad, confianza y amor. Haz que seamos fieles y dóciles a nuestros estatutos, que hoy prometemos cumplir con amor y responsabilidad.
Oh María, modelo de santidad y primera discípula de tu Hijo, te consagramos nuestra parroquia, sacerdotes y fieles, guíanos a todos por caminos de conversión constante, por el sendero de la renovación espiritual y concédenos el don inapreciable de que surjan entre nosotros abundantes vocaciones sacerdotales y religiosas.
Ayúdanos a creer firmemente que quien gobierna el mundo y tiene providencia de el es Dios, que lo creo y lo redimió a través del Verbo, tu Hijo, nuestros Señor Jesucristo. Amen.
Ruega por nosotros Virgen dolorosísima.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesar de Jesucristo.
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