Domingo de Ramos.-
El día 5 de abril celebraremos el
Domingo de Ramos, la entrada de Jesús en Jerusalén.
Es una de las festividades de la
Iglesia en la que los niños participan más contentos, llevando sus palmas
alegres y orgullosos de lo guapos que los pusieron sus mamás.
Pero este año no podrá ser así,
debido a la situación que estamos pasando. Yo creo que no deberíamos dejar de
celebrarlo. Si no lo podemos hacer de una manera pública, sí lo deberíamos
celebrar de un modo privado, cada uno en su casa procurándose una palma, podría
ser una ramita del jardín si lo tenemos, de alguna planta del balcón o
atrevernos a ayudar a nuestros niños a que confeccionen su propia palma: con
cartulinas, papel charol o simplemente dibujarla, colorearla y adornarla a su
gusto. Y ya con su palma en la mano, oír la Misa toda la familia en TV, radio o
internet.
Es un buen momento para que los
niños conozcan que también sus papás llevaron la palma sacando el álbum de
fotos, y explicarles lo felices que nos sentíamos de ir con sus abuelos,
nuestros padres, a la Iglesia en un día tan especial.
Este año no habrá premios para los ramos más altos, ni carreras ni
juegos dentro del templo como otros años, pero sí puede haber una celebración
íntima, familiar, que ellos comprendan que la fe se transmite de abuelos a
padres y de padres a hijos. Empecemos a vivir la Semana Santa de otra manera,
más íntima.
Jesús entró en Jerusalén sabiendo
que iba a ser crucificado, pero también que después resucitaría. Iba montado en
la borriquita, ella lo llevaba a la cruz.
Seamos nosotros en estos momentos
la borriquita que lleva encima la cruz que estamos viviendo, esta pandemia que
nos tiene a todos confinados.
Sabemos que al final hay
esperanza, todo es pasajero y el Señor tiene la última palabra.
Como dijo nuestro Arzobispo Don
Julián en la homilía del pasado domingo, “la mirada de Dios está en el corazón,
no en las apariencias”.
Sigamos formando a nuestros
niños, ahora es el momento de sus padres, sus mejores catequistas, y tampoco
está mal celebrar el Domingo de Ramos en chándal o pijama, pero con nuestros
seres más queridos y una palma diferente, esta vez no habrá a lo mejor vestido
o pantalón nuevo, pero sí el “cariño y la luz” que les dan sus padres.
¡Celebremos el
Domingo de Ramos!