Domingo V de Pascua A. "Yo soy el camino y la verdad y la vida".

Monicion de entrada
Hermanos en este 5º Domingo de Pascua nos reunimos en el nombre del Señor que, como hizo con los discípulos de Emaús, nos explica las Sagradas Escrituras y parte para nosotros el pan. En los signos de la liturgia establecerá su morada en nuestra comunidad y nos hará pregustar el gozo de la nueva Jerusalén. Preparemos nuestro corazón para participar activamente en la fiesta del Cielo nuevo y de la Tierra nueva.

Acto penitencial
- Tú, que eres el sumo sacerdote de la nueva Alianza: Señor, ten piedad. R/.
- Tú, que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad. R/.
- Tú, que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten piedad. R/.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno, lleva a su pleno cumplimiento en nosotros el Misterio pascual, para que, quienes, por tu bondad, han sido renovados en el santo bautismo, den frutos abundantes con tu ayuda y protección lleguen a los gozos de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 6, 1-7
EN aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron: "No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espí- ritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra". La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe. Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19
V/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
V/. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
V/. La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/.
V/. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 1 Pe 2, 4-9
QUERIDOS her manos: Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo. Por eso se dice en la Escritura: "Mira, pongo en Sion una piedra angular, elegida y preciosa; quien cree en ella no queda defraudado". Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», y también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos. Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Palabra de Dios.

Aleluya Jn 14, 6
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—;
nadie va al Padre sino por mí. R/.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 14, 1-12
EN aquel tiempo, dijo J esús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino". Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre». Palabra del Señor.

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Enlaces Parroquiales

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