A continuación os dejamos con la hermosa Carta Pastoral que nuestro querido Obispo Don Julián nos dedica.
En ella hace hincapié en la necesidad de participar en la Eucaristía, lo que conlleva a asumir el compromiso de vivir en comunión con los demás, no olvidando la dimensión social y caritativa de nuestra fe.
CARTA PASTORAL EN EL DÍA DE CORPUS CHRISTI
Queridos diocesanos:
La solemnidad del Corpus Christi nos anima a profundizar lo que la Eucaristía significa en la Iglesia para la vida de los creyentes en Cristo. Este año nos orienta el lema: “Sentado a la mesa con ellos” (Lc 24,18), recordando el pasaje de los discípulos de Emaús.
El Señor en el camino de la pandemia
También en estas circunstancias “el Señor, compadecido de nuestra enfermedad pandémica, de nuestra desesperanza y soledad, nos invita a encontrarnos con Él en el camino y a sentarnos a comer a su mesa. Espera así que, unidos a Él, nos convirtamos en testigos de la fe, forjadores de esperanza, promotores de fraternidad y constructores de solidaridad en medio de esta situación tan dolorosa que estamos atravesando”. En este horizonte es oportuno recordar que “la Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo. Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor”. La Eucaristía, “misterio de nuestra fe”, revitaliza nuestra condición cristiana. La solemnidad del Corpus Christi es especialmente un día de alabanza y de adoración, de gratitud y de súplica a quien intercede constantemente por nosotros ante Dios Padre (cf. Rom 8,34) y que ha querido quedarse con nosotros hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20), diciéndonos que “cualquier cosa que hagamos a los demás a Él se lo hacemos” (cf. Mt 25,40). Esta enseñanza de Jesús nos lleva a reconocerle en el rostro de todas las personas, sobre todo en las más necesitadas que la sociedad ha dejado a un lado en la cultura del descarte.
Eucaristía y Caridad
“No podemos engañarnos: por el amor recíproco y, en especial, por el desvelo por el necesitado seremos reconocidos como discípulos auténticos de Cristo (cf. Jn 13,35; Mt 25, 312-46). Este es el criterio básico merced al cual se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas”. Participar en la Eucaristía conlleva asumir el compromiso de vivir en comunión con los demás, no olvidando la dimensión social y caritativa de nuestra fe. “En el corazón del Evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros”. En este sentido, Caritas es la misma Iglesia, con su carácter comunitario y, por tanto la prolongación de la manifestación de amor de Jesucristo. Ha de ser factor de animación de la comunidad y en la comunidad, proyectándose hacia la sociedad con el anuncio salvífico y los gestos proféticos, como luz puesta en el candelero, y urgiéndonos hacia un efectivo amor fraterno con cada ser humano.
Día de la Caridad
La Iglesia en España, al escuchar los latidos del corazón de cada persona que siempre es sagrada, hace coincidir con la solemnidad del Corpus el Día de la Caridad, invitándonos a transformar la realidad en la que nos encontramos. En este sentido, ocupan un lugar privilegiado los pobres. El amor a éstos es evangelio que acoge, abraza, y libera. La opción por los pobres es “como una forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia”. Así se percibe la relevante dimensión del compromiso caritativo, parte integrante del anuncio de la obra salvadora y liberadora de Jesús. El pobre nos interpela y nos ayuda a evangelizarnos. Como pueblo que peregrina hacia Dios, la acción caritativa ha de realizarse en la Iglesia, con la Iglesia y al servicio de la Iglesia, “que sin dejar de gozarse con las iniciativas de los demás, reivindica para si las obras de caridad como deber y derecho propio que no puede enajenar”. Quien ha acogido el amor de Dios, siente la necesidad de manifestarlo a través de sus obras. Por eso, “quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien”.
Agradeciéndoos vuestra generosa colaboración económica con Cáritas para ayudar a los necesitados, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.
Fuente: Archidiócesis de Santiago de Compostela